SEMANA SANTA PROTEGIDA
El pacto del PP y Vox para la Junta de Andalucía contempla entre sus medidas una que ha suscitado tanto adhesiones como asombro. Se trata de esa intención de apoyar a la Semana Santa como manifestación cultural y popular equiparable al flamenco. Situar una medida así en el frontispicio de un programa de gobierno es la respuesta a algo. Y eso algo no es otra cosa que la impresión de agravio que se tiene en Madrid tras declaraciones o o acuerdos adoptados en estos años por el populismo de izquierdas que después se han quedado en nada pero que se han mostrado como obsesivas contra todo lo que oliera a religión. A religión católica en concreto, no a las otras.
Pero estos casos no son generalizables. Se puede decir que la Semana Santa en general, y en particular la de Sevilla, goza ahora de la mayor protección de su historia ya que la cantidad de recursos públicos que se ponen a su servicio supera a veces lo razonable. Pero es cierto: la Semana Santa necesita protección, protegerse de si misma ante las desmesuras y derivas estéticas, folclóricas y de todo tipo que la están convirtiendo a veces en un esperpento de sí misma. Lo malo es que esa protección no depende de ninguna administración, sino de la misma gente de dentro. Y eso es lo malo porque el capillita contemporáneo tiene ya más de pirómano que de bombero.