Los chalecos amarillos se convierten en un cáncer para Francia y Europa
La novena jornada de protestas, manifestaciones y tensiones entre la franquicia de los chalecos amarillos y las fuerzas de seguridad del Estado confirmó que el movimiento sigue movilizando a decenas de miles de franceses de extrema izquierda y extrema derecha, contra Emmanuel Macron y el modelo institucional de Francia.
Ayer los enfrentamientos entre chalecos amarillos muy radicales y los antidisturbios volvieron a cortar la Avenida de los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo. Las fuerzas de seguridad del Estado tuvieron que recurrir de nuevo a los cañones de agua, las balas de goma y los gases lacrimógenos para impedir que los chalecos amarillos volviesen a «tomar» el Arco del Triunfo.
Temiendo un nuevo sábado negro, el Ministerio del Interior movilizó a más de 80.000 soldados, antidisturbios, gendarmes y policías en toda Francia, donde se manifestaron entre 50.000 y 80.000 chalecos amarillos.
En París, en Bourges, en Burdeos, en Lyon, en Marsella, en Caen, entre muchas otras ciudades de provincias, los cortejos de manifestantes transcurrieron sin incidentes, hasta que, como ya es tradicional, las facciones más radicales iniciaron unos enfrentamientos violentos casi siempre espectaculares e «imaginativos», por su diversidad no siempre coherente.
A mediados de noviembre, la franquicia de los chalecos amarillos pedía carburantes más baratos, menos impuestos y más poder adquisitivo. Emmanuel Macron hizo a primeros de diciembre concesiones por un montante de 10.000 a 15.000 millones de euros, que han sido insuficientes para enterrar el movimiento. Los nuevos chalecos amarillos piden la dimisión de Macron y varias reformas de fondo del modelo institucional francés, comenzando por la posibilidad de convocar referendos «de iniciativa popular».
Macron ha vuelto a hacer una concesión de gran calado: a partir del próximo día 15, todos los franceses son invitados a participar en un confuso gran debate nacional sobre fiscalidad, instituciones y representación política. Nadie sabe cómo terminará esa consulta, semanas más tarde.
Por el contrario, las concesiones presupuestarias de Macron tienen un alcance europeo que inquieta en Alemania y otros Estados miembros de la UE, cuando la extrema derecha de Marine Le Pen se cotiza como el primer partido de Francia ante las elecciones europeas que se celebrarán el próximo mayo.