ABC (Sevilla)

ECONOMÍAS DE ESCALA

Es la hora de superar rencillas territoria­les y unir capacidade­s en ámbitos como la universida­d, parques tecnológic­os y puertos

- POR LUIS MONTOTO @lmontotor

EN las últimas cuatro décadas todos los presidente­s de la Junta han sido sevillanos salvo José Antonio Griñán, que aunque nació en Madrid era hijo de sevillanos y se licenció en la Hispalense. Como reacción secundaria a este fenómeno, en el Gobierno andaluz ha existido siempre una especie de «complejo centralist­a», un sentimient­o de culpa capitalina que le ha llevado a interioriz­ar una política de «café para todos» provincial, en el que todas las ciudades debían tener exactament­e lo mismo (universida­des con todas las carreras, parques tecnológic­os, centros de innovación…). Y aún así, no se han resuelto rivalidade­s y recelos entre territorio­s vecinos que deberían estar superados desde hace tiempo. El vuelco territoria­l en el poder andaluz —con un peso malagueño muy relevante— y el hecho de que la patronal andaluza también esté dirigida por un costasoleñ­o de pro, puede servir para cambiar parcialmen­te este concepto y generar, con menos complejos, una estrategia que prime la dimensión y la calidad de los proyectos por encima de la estricta equidad en el reparto.

El pasado martes, el empresario aeronáutic­o malagueño Antonio Gómez Guillamón apuntó que Andalucía tiene derecho a soñar con la forja de una única gran Escuela Politécnic­a Superior regional que ordene, aglutine y aporte masa crítica a la investigac­ión en ingeniería. Esta idea de fusión universita­ria en torno a áreas de conocimien­to se podría trasladar a otras muchas materias. Los Puertos de Cádiz, Huelva y Sevilla (cuyos presidente­s dependen del Gobierno autonómico), deberían contar con un plan estratégic­o conjunto que evite la duplicidad de inversione­s y una competenci­a que en ocasiones es muy poco fructífera. También se pueden generar políticas más coordinada­s entre el Parque Cartuja y el PTA de Málaga (ambas están atrayendo empresas de un perfil muy parecido y puede cooperar en la promoción exterior).

Este cambio debe estar acompañado por un vuelco en la ecuación entre la administra­ción y las empresas. Tanto en el País Vasco como en Navarra, son las empresas las que definen cuáles son sus necesidade­s y es la Administra­ción la que elabora una política que acompañe estas demandas, asumiendo un papel de cooperador necesario pero secundario. En Andalucía ha ocurrido justo lo contrario, ha sido la Junta la que asumía el liderazgo y eran los empresario­s los que debían amoldarse a sus criterios (al amparo de esta filosofía han brotado algunos personajes en el paisaje andaluz que siempre han estado muy bien cuidados por la Junta). Para evitar precisamen­te una visión provincian­a sobre cómo unir y coordinar capacidade­s en Andalucía en todos los ámbitos, será fundamenta­l escuchar a los principale­s actores de cada sector, ya que en el panorama empresaria­l andaluz están ya casi erradicada­s las visiones localistas sobre el desarrollo económico. La comunidad autónoma más grande de España debe beneficiar­se, precisamen­te, de la creación de economías de escala, en vez de malgastar recursos dividiendo todo entre ocho.

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