«Claroscuro», los últimos versos de un poeta
ABC adelanta uno de los textos que conforman el libro póstumo del miembro fallecido del grupo Cántico, editado por Pretextos
LA inspiración literaria jamás abandonó a Pablo García Baena, que se puede decir que fue poeta, y poeta grande, hasta el último suspiro. Así lo demuestran los inéditos que dejó a su muerte, a los 94 años de edad, de la que mañana se cumplirá justo un año. Aquel 14 de enero frío y desapacible se apagó el corazón del poeta más potente que quizás dio Córdoba desde Luis de Góngora, aunque su voz poética haya seguido zumbando viva en sus libros y ahora renazca con una nueva entrega poética póstuma. Titulada «Claroscuro», reúne 12 poemas que García Baena escribió en sus últimos años, cuando se oteaba el final y las limitaciones físicas iban en aumento. Ni siquiera esas duras condiciones personales apartaron al poeta del libro que tenía en su cabeza, y que al final verá la luz a finales de este mes en la editorial valenciana Pretextos, donde García Baena ya había publicado su anterior obra, «Los campos Elíseos». ABC, como adelanto del que será uno de los hitos poéticos de este recién inaugurado 2019, avanza en estas páginas uno de los poemas más impactantes, titulado «Araucaria», y su borrador original. Un nonagenario García Baena, fiel a la música que siempre tuvieron sus versos y a su refinada imaginería verbal, destila ahí todo su pesimismo sobre la condición humana en contraste con una visión pura y vigorosa de la naturaleza.
La edición de «Claroscuro» corre a cargo de dos amigos personales y buenos conocedores de la obra del autor cordobés, los escritores malagueños José Infante y Rafael Inglada. Infante, quizá el mejor analista y divulgador de su obra, explica al respecto que lo que se encontró la familia cuando el poeta murió no fue un archivo ordenado sino lo contrario. «Pablo no tenía clasificados sus papeles», señala el escritor. De ahí se deriva que aún hoy se desconozca si en su legado habrá más manuscritos inéditos o alguna sorpresa por llegar. De hecho, el archivo de García Baena no se encuentra ahora mismo en Córdoba, una circunstancia hasta ahora apenas conocida en su ciudad natal, sino que se haya en Granada, en manos de los documentalistas de la Biblioteca Central de Andalucía. Allí se están datando y clasificando los documentos, «a buen ritmo» según cuentan los familiares del poeta del Grupo Cántico, y luego será el momento de estudiarlos y de saber qué dejó el autor cordobés. «Ni siquiera sabemos aún lo que nos vamos a encontrar», explica el propio Infante. Los poemas que componen «Claroscuro» han corrido sin embargo otra suerte, pues se trata de piezas ideadas a partir de 2014, que es cuando el autor comenzó a perder la vista y vio muy limitada su capacidad de escribir a mano, con la que ya tenía dificultades desde años atrás. En esas circunstancias difíciles, el autor se decantó por ir pensando y memorizando los versos, que luego grababa igual que hiciese el gallego Torrente Ballester en sus recordados «Cuadernos de un vate vago». Una vez guardados, se los pasaba a su sobrinonieto Antonio, que se encargaba de transcribirlos al ordenador. La versión «mecanoescrita» volvía de nuevo al autor de los inolvidables «Junio» o «Antiguo muchacho», que escribía sobre ella algunas pequeñas anotaciones y correcciones como las que se pueden ver en el borrador del poema «Araucaria» que aparece junto a estas líneas. García Baena, que según Infante se estaba quedando «prácticamente ciego», utilizaba para esas labores una lupa, con la que alguna vez se dejó ver en su encantadora casa del Centro de Córdoba, lugar al que tantos poetas de generaciones diversas peregrinaban en esos años finales para recibir su consejo o para disfrutar de su charla inteligente, sabia y atravesada de finísimo humor. El título de «Claroscuro» lo ideó el propio García Baena, que en entrevistas fue dejando algunas pistas sobre esta obra que él intuía como la última por cuestiones lógicas. Infante indica que es una palabra muy vinculada a la propia visión de la vida del escritor y conectada con la imaginería de dos pintores que le gustaban especialmente, como son Francisco de Goya y Caravaggio, o del cine negro, que era quizá su género fílmico predilecto. Recuerda que Pablo quiso ser artista plástico en su juventud e incluso tomó clases, lo que luego influyó en su obra, marcada por una capacidad casi inigualable para crear imágenes literarias. También manejó como opción B para titular el libro «Rojo y Negro», lo que parecía remitir a Stendhal, pero al final se decantó
Las limitaciones físicas El escritor estaba prácticamente ciego cuando escribió sus últimos versos. Se los dictaba a un sobrino, que los pasaba a ordenador y los revisaba con una lupa García Baena cien por cien Los doce poemas de la última obra se empezaron a idear en 2014, no se llegaron a fechar y se mantienen fieles a la estética y la técnica del cordobés
por «Claroscuro». Infante explica que la sensación que tenían los amigos es que ese volumen lo tenía bastante adelantado, pero tras su muerte descubrieron que eran 12 poemas que ni siquiera habían sido ordenados aún por el autor en secciones como era su costumbre. Eso obligó a optar por una ordenación cronológica, que se ha hecho gracias a la fecha de las lecturas o avances que hizo el poeta durante su proceso de escritura ya que los «mecanoescritos» ni siquiera estaban datados.
A pesar de esas circunstancias, José Infante no duda en resaltar la importancia de este libro en el conjunto de la obra de García Baena, que él conoce bien. Es decir, que el autor, aunque limitado por su salud, logra mantener aquí las coordenadas habituales de su poética, como puedan ser su singular religiosidad, el gusto por la imaginería y la metáfora o el hedonismo tan propio de los autores del grupo cordobés Cántico, renovador de la poesía de la postguerra y muy vinculado a la Generación del 27. En cuanto a los temas, el escritor se mantiene fiel a su técnica habitual, que busca inspiración para sus versos en su propia vida, en su experiencia, sus contemplaciones o sus paseos. De ahí nace sin embargo la singularidad, según apunta Infante, pues «Claroscuro» está marcado por una especie de niebla, debida a las circunstancias personales que vivía el poeta ya casi sin vista y consciente del tránsito hacia la muerte. El poemario se cierra además con un poema religioso, titulado «Vísperas» y que rompe la estructura cronológica seguida hasta ese momento. Los editores explican que lo que se ha intentado con ello es seguir la tradición que tenía Pablo García Baena en sus libros precedentes, en los que, hombre de gran sentido trascendente como era, solía cerrar con un poema de temática religiosa. «Vísperas —considera Infante— es un poema definitivo y entendemos que un cierre a la altura de su obra», situada entre lo más destacado que ha dado la lengua española entre la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del siglo XXI.
La publicación de «Claroscuro» se coloca así como el hecho central del primer aniversario de la muerte del gran autor cordobés y Premio Príncipe de Asturias y Reina Sofía de poesía, aunque no será la única cita relevante que se produzca en Córdoba para celebrar tal efemérides. Mañana mismo se anuncia una exposición sobre el poeta y sobre su compañero de letras Mario López en la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria, que llega comisariada por Miguel Carlos Clementson y organizada por la Real Academia de Córdoba. La exposición reúne dibujos y pinturas de ambos poetas, que compartieron no sólo aventuras poéticas como la mítica revista «Cántico» sino su pasión por las artes plásticas. Igualmente, se ha publicado el libro «La poesía de García Baena», que la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios preparaba desde antes incluso de la muerte del autor cordobés y que verá la luz ahora con motivo del primer aniversario de su descenso.
Todo ello se une a otras iniciativas llevadas a cabo a largo de estos últimos doces meses, como es el caso de la publicación de todos los sonetos del autor en un libro de la editorial Renacimiento, que también contó con la edición de Infante e Inglada, y con la edición en Italia de una antología de sus versos. Tan ingente actividad da cuenta de que la huella que dejó Pablo García Baena fue profunda y de que su actualidad como poeta de corte clásico, sensibilidad exquisita y talento natural apabullante va mucho más allá de los obligados límites biológicos. García Baena fue poeta hasta el final e incluso lo sigue siendo hoy desde la eternidad de su versos.