San Mamés merecía muchísimo más
Williams rompió al Sevilla con su velocidad; los de Machín jugaron sin la intensidad y frescura habitual ante un Athletic muy físico
R. ARROCHA
Tocaba cruz. La cara amarga de una jornada que ya se preveía que iba a ser complicada para los intereses del Sevilla. Sin ciencia que ampare lo sucedido, pero con la certeza que da haberlo visto tantas y tantas veces..., había avisado ya el exjugador y director de la cantera, Pablo Blanco, de la dificultad que supone doblegar a un rival en tres ocasiones seguidas. «En alguna, no me preguntes la razón, terminas fallando». Dicho y hecho. El Sevilla, a la segunda, salió con la cabeza gacha de San Mamés y con la clara sensación de que podía haber dado mucho más. En sólo tres días, el equipo pasó del perfecto manual con la victoria en la Copa en San Mamés a la decepción en LaLiga con el mismo rival, un Athletic que le puso todo lo que le faltó al Sevilla. Cuestión de hambre. Para el cuadro bilbaíno era una final y como tal se la tomó. Cuestión de intensidad. De ganas infinitas y del pundonor necesario para doblegar al cuadro de Garitano en una tarde extraña y sin el brillo que acostumbran los futbolistas de Machín. Aunque el primero en avisar fue Navas con un disparo tímido en el minuto tres, los del Athletic mostraron que el duelo en LaLiga iba a ser otra cosa y que los 90 minutos se le iban a hacer muy largos para el Sevilla.
La mordiente fue cosa de los locales y los de Machín apenas tenían fuelle para parar algunas embestidas. El Athletic quería, el Sevilla se dormía y Williams, que llevaba más de dos años sin marcar en su estadio, se llevó el protagonismo con mucha facilidad cuando apenas se llevaba algo más de 20 minutos de juego. El «9» del conjunto vasco aprovechó un balón en largo de Córdoba para marcharse de Kjaer y poner el balón imposible para Vaclik y darle una alegría a su afición.
Con el 1-0, el Sevilla siguió en su letargo. Hacía falta una reacción, un algo que le advirtiera al Athletic de que no todo iba a ser igual. Pero los sevillistas estaban perdidos y sin las ideas necesarias para mover el balón para rapidez. Demasiado fácil para los de Garitano, que veían cómo pasaba el tiempo y el equipo nervionense no sabía encontrar la verticalidad. Ni atrás estaba seguro y tampoco arriba era capaz de romper la barrera de los de Garitano. Para más inri, el Athletic metía muchos hombres en el centro del campo para tratar de robar un balón que les diera profundidad. Así llegó el primer gol y así siguió el Athletic trabajando en la segunda parte. Garitano no quiso mover nada más y le pidió a sus jugadores la máxima seguridad atrás y el descaro de sus hombres de ataque. La fórmula le valía y abogó por seguir en la misma línea. Ya lo había intentado en el partido de ida el pasado jueves, pero entonces el tempranero gol de Nolito le terminó desconcertando y obligándole a llevar el control del partido.
Promes y Munir
Machín, por su parte, apostó por meter a Promes en la izquierda por Escudero y poco después hizo debutar a Munir para buscar el empate. El entrenador le indicó al holandés que tratara de buscar las espaldas de los defensas del Athletic y al exjugador del Barcelona, que se moviera buscando las ayudas de Ben Yedder y André Silva; en definitiva, que trataran de jugar al «modo Sevilla». Pero el Athletic estaba bien colocado y tampoco las ocasiones llegaban. De hecho, sólo André Silva lo pudo intentar con una chilena en el 74 que terminó atajando el meta del Athletic sin problemas. El cuadro vasco se encerró aún más y le dio el balón al Sevilla. El equipo nervionense comenzó a titubear y no se reconoció. Es lo que tiene jugar contra estilo. Tanta posesión no suele satisfacerle, entre otras razones, porque el rival aprovechó para coger oxígeno y buscar los contragolpes con mucho más descaro. Así, y cuando los de Ma-
Velocidad El Sevilla no tuvo profundidad y quedó afectado por la fuerte presión en el centro del campo del Athletic; los vascos aprovecharon para jugar a la contra Últimos minutos Sólo al final fue el Sevilla con más determinación a por la meta de Herrerín; Williams aprovecharía para jugar con más libertad y hacer el segundo gol
chín ya se habían ido definitivamente al ataque, Williams se inventó una jugada individual desde prácticamente el centro del campo para castigar duramente al Sevilla. El delantero del Athletic tocó el balón y se hizo un autopase ante Sergi Gómez para terminar marcando el segundo gol de la tarde ante un Vaclik que nada pudo hacer. La velocidad de Williams, otra vez, fue determinante para que los locales dejaran sentenciado ya el partido cuando apenas quedaban seis minutos para el final.
Con todo el pescado vendido y con Machín pensando en la vuelta copera, entraría Bryan por Kjaer al terreno de juego. El Sevilla cuajó entonces los mejores minutos del partido en San Mamés. El Athletic se sabía ganador y tuvo algunos puntos de desconcentración que casi hace que los nervionenses marcaran. Promes le dio fuerza al ataque y tendría la ocasión más clara del partido para el Sevilla con un disparo dentro del área que despejaría Herrerín cuando ya en las gradas se celebraba la victoria y a la espera de lo que suceda el miércoles en el Sánchez-Pizjuán. El 1-3, a priori, debería ser suficiente para que el Sevilla se meta en los cuartos de final de la Copa del Rey, pero cualquier noche de desconcentración puede suponer una tragedia. Cuidado, que el Athletic enseñó ayer sus garras y a buen seguro que Garitano opta por poner en Nervión a su equipo de gala con Williams como referencia arriba. El partido de ayer enseñó a los de Machín lo que no se puede hacer y volvió a servir para hacer hincapié en la necesidad de jugar con la mayor de las intensidades cualquier duelo. Ayer lo aprovechó el Athletic en San Mamés. A ver qué Sevilla se presenta el miércoles en el Sánchez-Pizjuán...