BREXIT: LA HORA DE LA VERDAD PARA MAY
LA primera ministra británica ha utilizado una estrategia muy peligrosa al orientar la votación parlamentaria de hoy hacia un dilema radical: o los diputados aprueban el acuerdo de retirada o la única alternativa es un Brexit sin acuerdo. Últimamente Theresa May ha ampliado el catálogo de posibilidades con otra que, dadas las circunstancias, sería aún más radical y que supone que el voto negativo al tratado podría desembocar en que no se produjera la salida del Reino Unido de la UE. La verdad es que la única virtud de esta votación –que previsiblemente perderá la premier– será la de obligar a todo el mundo a quitarse la careta y a desvelar qué es lo que apoyan realmente, porque en el laberíntico escenario político británico unos y otros están usando las mismas armas contra distintos enemigos.
Los conservadores son los estrictos responsables de haber sembrado las raíces de esta desastrosa situación, pero los laboristas –que tendrían en estos momentos la posibilidad de resolverla clarificando su posición en favor de la UE– dependen de un «dinosaurio ideológico» como Jeremy Corbyn. Precisamente por esta cortedad de miras de su clase política, el Parlamento se enfrenta a un doble dilema: una derrota de este calibre sería una desautorización absoluta de la primera ministra, que debería dimitir y convocar elecciones anticipadas; pero al mismo tiempo, esto dejaría al país en una situación de zozobra a menos de tres meses para que se produzca la desconexión.
La única ventaja de este panorama es que abriría la puerta a que los ciudadanos pudieran volver a pronunciarse, ya fuera a través de las elecciones o en un segundo referéndum. Aunque a la vista de la acumulación de demagogia nacionalista en Gran Bretaña, puede que ni siquiera las urnas sirvan ya para desatar el nudo gordiano con el que han decidido atarse.