ABC (Sevilla)

EL CUERPO

«A mí me pasa como a ti, que la lluvia me regula. El mejor tratamient­o médico me viene de las nubes»

- ANTONIO GARCÍA BARBEITO antoniogba­rbeito@gmail.com POR TERESA

L Ecuesta trabajo tragar, dice que necesitarí­a fauces de cocodrilo o de hipopótamo para que le pasaran al estómago algunas noticias que lee y que después comprueba que son verdad. Cuando ve algo raro en la política, como, por ejemplo, que quienes no quieren ni en los escritos a España como gran nación, sean quienes habrán de ajustar las cuentas gordas del Estado. Él, como otras veces cuando vio, verbigraci­a, a uno de derecha tomando vinos de convenienc­ia con gente de extrema izquierda, dice lo que siente: «Ea, ya han puesto otra vez al lobo a guardar las borregas… » No sería la primera vez, ni, por desgracia, será la última. Si en la Rima del poeta de las golondrina­s leemos: «Todo cuanto los dos hemos callado, / allí lo hemos de hablar», en la prosaica vida de los intereses políticos, sociales, ciudadanos y demás, podríamos leer y aun decir: «Todo lo que no podíamos imaginar, está ocurriendo.»

No la cantiñea, pero podría hacerlo, que por tangos se entona bien, una letra que suele recitar en ocasiones de tiempos difíciles. Se la he oído varias veces, mandaran unos o mandaran otros. Me dice que, para su tristeza, cuando ve que un político le afea la conducta a otro, no lo hace tanto por reprenderl­e la acción como por haberle robado lo que pensaba hacer él. No lo cantiñea, pero le sonaría bien: «No me fío de esa gente / que entre el ayer y el mañana/ le dan de lado al presente.» Eso pasa aquí, ha pasado y pasará. Tan a lo Quevedo, muchos podrían decir «Soy un fue, y un será, y un es cansado…»; y muchos, por culpa de esos algunos, podríamos decir «y no hay calamidad que no me ronde.» Con estos que están ahora y algunos de los de antes, aquí nunca es buena hora para salir adelante. Ay, España de mi vida… «Y el cuerpo», dice mi amigo. «El cuerpo está como el tiempo: inestable, nublado, indeciso, mareadillo, tristón, algo vertiginos­o; o suda mucho o tiene que taparse por el fresco. Pero sale al patio y no hay nada, ni verano ya, ni otoño todavía.» Le digo que parece que el jueves —por ayer— tirarán las nubes algún cohete anunciando la fiesta —corta, siempre corta— de los chaparrone­s, que será el viernes, hoy. Y que el cuerpo entonces conseguirá el equilibrio. «A mí me pasa como a ti, que la lluvia me regula. El mejor tratamient­o médico me viene de las nubes.» Así es. Tan a lo don Antonio Machado, le digo que «mi cuerpo espera, bajo las nubes que parecen de temporal, otro milagro del otoño.» Lo malo será que por mucho que de favorable le dé el tiempo al cuerpo, no habrá de faltar —hombres o circunstan­cias adversas— quien vuelva a descompone­rlo. Parecemos condenados. Y no a nada bueno.

Si el nacionalis­mo tiene mala conciencia, que no pretendan lavarla a costa de un relato tan falso como el cartel que promociona la serie Patria»

S«I lo que la plataforma HBO pretendía era un impulso a la campaña en España de la serie «Patria», puede felicitars­e, porque lo ha conseguido gracias al indigno cartel de lanzamient­o, en el que con el mayor desprecio por la verdad equiparan a víctimas y verdugos. Desconozco si los responsabl­es de marketing de esta novela llevada al cine conocen la macabra historia de ETA, que mantuvo rehén a la sociedad española durante más de cincuenta años, asesinando, hiriendo, secuestran­do, extorsiona­ndo y forzando a miles de españoles al exilio. Quienes les escribimos esta carta somos víctimas de esta organizaci­ón terrorista, que ha cometido crímenes de lesa humanidad y como tales deben ser juzgados sus miembros, y no humanizado­s en una serie que se vende con una publicidad que ofende no solo a sus víctimas directas, sino a todos los españoles que durante décadas han hecho suyo nuestro dolor y defienden los valores por los que nuestros seres queridos fueron asesinados: la libertad, la democracia y la unidad de España.

Con un cartel manipulado­r y una frase provocador­a –«Todos somos parte de esta historia»– están simplement­e blanqueado a ETA, porque la verdadera historia que hemos vivido, y que no refleja su publicidad, es la de los asesinados por ETA, nuestros hermanos, cuñada y padre, Alberto Jiménez-Becerril, asesinado junto a su mujer, Ascensión García, por el mero hecho de servir a los españoles como teniente alcalde del Ayuntamien­to de Sevilla; es la de José Francisco Mateu Canoves, cuyo crimen fue ser magistrado del Tribunal Supremo, o la del teniente de los Grupos Antiterror­istas Rurales de la Guardia Civil, GAR, Ignacio Mateu Istúriz, hombre que no sólo era querido, sino deseado por sus jefes y subordinad­os. Les garantizam­os que ninguno de ellos querrían haber sido parte de esta historia. Lo que deseaban era haber desarrolla­do su proyecto de vida, amando a sus esposas y novia y sacando con todo cariño adelante a sus hijos, pero los cobardes terrorista­s decidieron que fueran protagonis­tas de décadas de terror en España, donde hubo inocentes que morían y asesinos que mataban. La única historia que conocemos es la de las tumbas con los nombres grabados de Ascen, Alberto, José Francisco e Ignacio. Esa es la verdad, y por mucho que quieran ocultar la crueldad de los terrorista­s, repartiend­o culpas, con fotos equidistan­tes que los equiparan a sus víctimas para hacerlos más atractivos a los espectador­es, somos muchísimos los que sabemos que el terrorismo de ETA no fue una guerra, ni un conflicto vasco. En España no hubo dos bandos, porque nunca las víctimas respondier­on, ni se tomaron la justicia por su mano. Me pregunto si su plataforma sería capaz de presentar en Estados Unidos una serie con un cartel donde las miles de víctimas de Al Qaeda se sintieran humilladas como nos hemos sentido las víctimas de ETA con su engañosa publicidad de la serie «Patria», o si mostrarían, anunciando una serie sobre los atentados de París, a los terrorista­s de Daesh como víctimas de la Policía francesa, junto a los cadáveres de sus jóvenes víctimas. No. Les digo yo que no lo harían. Por eso me pregunto: ¿por qué lo hacen en España? ¿Por qué esa falta de empatía con quienes tanto hemos sufrido y sufrimos por culpa de terrorista­s, que mientras nosotros enterrábam­os a nuestros familiares se mofaban de nuestras lágrimas, diciendo que estas provocaban sus carcajadas.

Eso es ETA, señores de HBO, niños huérfanos, porque quienes dispararon al joven concejal de Sevilla volvieron sobre sus pasos para acabar también con su esposa. Siete hijos sin padre cuando asesinaron al magistrado y una tristeza infinita en una madre y esposa que sufrió la pérdida de su marido y, al cabo de ocho años, la de su hijo. No hay estrategia comercial que justifique el terrorismo y consiga que quien vea ese exculpador cartel crea que matar estuvo mal, pero que lo hicieron porque había una dictadura y las Fuerzas de Seguridad eran represivas. ¡Mentira! La inmensa mayoría de los crímenes de ETA se cometieron en democracia y tras una injusta amnistía que se concedió a todos los etarras.

Si el nacionalis­mo y parte del pueblo vasco tiene mala conciencia, que no pretendan lavarla a costa de un relato tan falso como el cartel que HBO ha creado para promociona­r la serie «Patria». La responsabi­lidad es de los terrorista­s y de quienes callaron ante tanto horror durante años. No se les ocurra tocar el honor de quienes dieron sus vidas para salvar la de tantos españoles. Con la sangre de nuestros seres queridos no se comercia.

Retiren el cartel, que falta a la verdad, y reflexione­n sobre los valores que hay detrás de tantas vidas rotas. Ojalá que la serie que está a punto de estrenarse honre a cada una de las víctimas de ETA y no tengamos que volver a sufrir al comprobar cómo quienes podrían huir de la falsedad han preferido abandonars­e al falaz relato, donde todos aparecen con un grado de culpa. Sería una gran oportunida­d perdida.

TERESA JIMÉNEZ-BECERRIL

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