El Puerto se compromete con la mejora del Puente de Hierro
Σ Firma un acuerdo con el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico para su estudio
De todo el patrimonio industrial que queda en desuso, los puentes presentan la mayor paradoja de conservación: al despojarlos de la función para la que fueron construidos, su propia pervivencia se pone en entredicho: ¿qué se hace con un puente que no salva ningún obstáculo? El Puente de Hierro, un artefacto de 200 toneladas de acero, que salvó la dársena del Guadalquivir entre 1926 y 1992 es un ejemplo perfecto de la triste existencia que sucede a la vida útil de estas estructuras.
Arrinconado en la margen izquierda de la corta hidráulica que contribuyó a salvar durante 66 años, el acuerdo que firmaron ayer la Autoridad Portuaria de Sevilla y l a Consejería de Cultura viene a rescatarlo algo del olvido en que está sumido desde hace 17 años en que se trasladó a la antigua desembocadura del Guadaira. El presidente del Puerto, Rafael Carmona, y el director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), Juan José Primo Jurado, suscribieron ayer un convenio para el análisis de los bienes patrimoniales del puerto hispalense.
En concreto, el acuerdo establece un presupuesto de 100.000 euros para « l a mejora y el mantenimiento del
Puente de Hierro» conforme a las necesidades que revele el estudio in situ que llevará a cabo el IAPH. El protocolo se extiende a otros bienes raíces como las naves de la avenida de las Razas o diversos pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929 y muebles del puerto como anclas, hélices, maquetas y obras de arte entre las que destaca el lienzo «Pentecostés», de la escuela sevillana, fechado en 1620.
Primer paso
Pero el Puente de Hierro se lleva todos los titulares porque concita sobre sí la memoria sentimental de tantos sevillanos que durante tres cuartas partes del siglo XX lo tuvieron presente cada vez que desparramaban la vista sobre el río. «Damos un primer paso con un compromiso formal de inversión para recuperar y mantener el Puente de Hierro», dijo el presidente de la Autoridad Portuaria, Rafael Carmona ayer.
Lo que queda hoy en pie en lo que pomposamente se llama oficialmente Mirador del Batán no es ni sombra de lo que fue: hubo que renunciar a los dos tramos exteriores de aproximación, los contrapesos que le conferían su carácter levadizo con apenas un motor de 30 CV y otros elementos de la estructura cuando se desmontó finalmente en 1998. Se salvó del achatarramiento por la presión ciudadana, pero pronto se convirtió en un problema que todos querían quitarse de encima.