ABC (Sevilla)

Un músico recupera un órgano del siglo XVIII de Santa María la Blanca

- FERNANDO R. MURUBE

Los Palacios y Villafranc­a tiene el privilegio de disfrutar hoy día en su Parroquia Mayor de Santa María la Blanca de la musicalida­d de uno de los ejemplares más representa­tivos inventaria­dos en la provincia de Sevilla de una importante tradición de construcci­ón de órganos, la cual adquirió en España una fisonomía peculiar en la época barroca (de ahí que se les bautizaran con el nombre órganos barrocos ibéricos) y que fue perfeccion­ándose y enriquecié­ndose hasta alcanzar su máximo esplendor bien entrada la segunda mitad del siglo XVIII.

Además, se trata del instrument­o más antiguo y de mayores dimensione­s de cuantos existen en esta localidad del Bajo Guadalquiv­ir (fue construido en 1747 por el reputado organero Francisco Ortíguez). A pesar de su enorme valor, llevaba veinte años huérfano de organista y en completo desuso (salvo contadísim­as excepcione­s). Una triste dinámica que cambió hace un lustro gracias a Javier Salguero, un palaciego de arraigadas creencias religiosas graduado en Historia del Arte y que ha estudiado órgano en el Conservato­rio de Sevilla de la mano de Miguel Ángel Fernández, quien cuando apenas contaba 17 años se hizo cargo de su teclado y de los nueve registros que desglosa gracias a las centenaria­s hileras de tubos, haciéndolo sonar todos los sábados y en las misas solemnes con virtuosism­o y entusiasmo pese a su corta experienci­a.

«Lo peor que le puede pasar a un instrument­o tan antiguo es que no se use. Al no salir el aire por los tubos se acumula el polvo, los mecanismos dejan de funcionar de estar tanto tiempo sin usar, y algunos registros, incluso, se habían quedado atascados. También afectó bastante hace unos años una tormenta que caló a través de una grieta», explica Salguero, poco antes de desglosar su concepto: «Mi idea es que la música no sea un adorno durante la misa, sino que debe cumplir su función respecto a la liturgia para que ésta llegue a la gente».

El j oven músico es tajante a la hora de señalar al principal artífice de que el órgano haya recuperado su esplendor: «Si no fuera por José Manuel Caro, el instrument­o seguiría abandonado y sin usarse».

Y es que Caro, insigne personaje palaciego que a sus 84 años sigue velando por el patrimonio sacro de la localidad, fue la persona que impulsó las dos últimas restauraci­ones que ha experiment­ado el órgano: una en la década de los ochenta y otra más reciente en 2014.

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