El Madrid y Zidane se desconectan
El técnico, que ayer habló a su plantilla, continúa en el cargo, pero su situación en el banquillo se deteriora ante la mala gestión con las jóvenes promesas, el bastión de la política del club
veía inviable la creación de este torneo y ayer lo reiteró Javier Tebas. «FIFA y las confederaciones son conscientes del daño que haría al ecosistema del fútbol actual. Aquí no aparecería más dinero, sino que intentarían concentrarlo en unos poquitos clubes, aunque insisto que sería un fracaso a medio plazo. Aquellos clubes que puedan estar trabajando en este proyecto a espaldas de las instituciones del fútbol no son leales con las competiciones en las que participan, eso es lo que yo no entiendo. Ahora la FIFA ha sacado una nota y habla de rumor, seguro que hay algo más que un rumor», apuntó a Efe.
LaLiga considera que el daño sería demasiado duro tanto en lo económico como en lo deportivo. Para empezar, según sus estudios tendría un impacto negativo de más de 1.600 millones de euros y el ecosistema del fútbol se resentiría ante la más que evidente desaparición de la Champions League y el deterioro de las competiciones domésticas, con un calendario más cargado si cabe y con escasos incentivos deportivos para la mayoría de los clubes al no poder entrar en torneos europeos. Básicamente porque la Superliga la jugarían siempre los 15 clubes fundadores y otros cinco invitados.
El enfado compite con la resignación, la indignación tutea a la impotencia, la falta de reacción vence a la falta de confianza de muchos futbolistas. El análisis de la cúpula de la entidad es frío, más allá del enfado caliente del desastre vivido en Alcoy. La crisis del Real Madrid es dura porque permanece en el tiempo, es un Guadiana intermitente que cada mes inunda al madridismo con un torrente de fiascos en cuanto los jugadores consagrados, los veteranos de mil lides y veinte títulos, no responden porque su físico ya no es el mismo de hace cuatro años. En la empresa se reflexiona que Zidane ha cometido el error de confiar su futuro en figuras inmersas en la treintena que ya no pueden rendir cada tres días. Y el colmo de esa posición es querer dar partidos a hombres como Isco y Marcelo, en un intento de recuperar a viejas glorias mientras no concedía minutos a muchas promesas fichadas a buen precio. Las risas de Isco y Marcelo en Alcoy en plena prórroga, cuando se vislumbraba el hundimiento, han supuesto el remate de un fin de ciclo que ambos vivirán en junio.
El segundo fallo de Zizou, reconocido por el club, es haber dejado fuera de juego a un plan B que hace dos años era fundamental y que ahora se ha sentido desconectado ante la omnipotencia que el entrenador ha otorgado a las estrellas de las tres Champions consecutivas. En este sentido es especialmente doloroso que hombres como Valverde y Vinicius, que salvaron el cuello al francés en diciembre con cinco victorias consecutivas y la clasificación para la Champions, cayeran en la suplencia cuando se habían ganado el crédito.
Ya no valen lamentos
Zizou se reunió ayer con la plantilla y habló con crudeza durante seis minutos que fueron intensos. No le gusta extenderse en palabras, sino ser directo, duro, escueto. No es cierto que no dijera nada relevante. Les pidió explicaciones por el fracaso. Los jugadores asumieron que están en la diana y ya no valen lamentos. Deben reaccionar y el Alavés, mañana, se ha convertido en otro examen final.
El Real Madrid no está de acuerdo con esta mala gestión del técnico, otrora maestro en sacar rendimiento de los reservas de lujo. Zizou ha fallado en su mayor virtud, la gobernanza del grupo. Nunca fue un preparador de tácti
No hace la revolución
El Real Madrid fichó a Valverde, Vinicius, Rodrygo, Odegaard, Jovic, Odriozola y Militao para contar con jóvenes talentos desde que eran promesas y no gastar cientos y cientos de millones en estrellas. Pero Zidane no cuenta con ellos, no los aprovecha.
Jugadores sin confianza Esos hombres del futuro, con Valverde y Vinicius como primeros espadas, titulares en muchas fases de estas temporadas, se han sentido infravalorados en tal medida que han perdido la confianza, relegados a una suplencia constante.
Un ambiente extraño
La crisis con ese plan B se ha encontrado con un equipo que, además de Ramos, no tiene otros líderes que manden y griten cuando hace falta, tanto en el vestuario como en el césped. Además, el sevillano se encuentra inmerso en una negociación de su futuro que es agotadora y que afecta a la plantilla. En esta tesitura, el capitán pide a sus compañeros otra vuelta de tuerca.
Los amortizados
Zidane insiste en recuperar a veteranos como Marcelo e Isco, que han ganado títulos con él pero que ya no están para jugar en el Real Madrid, en detrimento de jóvenes que merecen muchos más partidos. Militao no jugaba desde octubre. Odriozola, desde septiembre.
Nadie hace gol
La impotencia rematadora señala a Mariano y Jovic como dos arietes que debían jugar más y no lo han hecho. El serbio ya se ha ido, cedido.
Dos grupos
La desconexión es evidente porque están claros los dos sectores del vestuario: los que juegan siempre y los que no juegan casi nada. cas ni de reacciones maestras como hacía Mourinho. Sí ha sido un buen director de egos y de la plantilla. Y si Zidane tropieza en lo mejor que ofrecía, las cosas irán mal.
Sin dejarse llevar por el fragor del enojo, la dirección deportiva del Real Madrid no piensa echar al entrenador ahora, salvo que una hecatombe mayor de resultados exigiera un cambio de timón. La empresa conoce bien lo mejor y peor de Zinedine y le da un margen. El primer plazo es la Champions, febrero, el Atalanta. El segundo plazo es el final de la temporada. Entonces, en consecuencia con los hechos, se decidirá si el marsellés continúa o si conviene hacer una revolución en el banquillo con un nuevo técnico que sí ejecute el cambio que el equipo necesita.
La entidad requiere un responsable deportivo que aplique en el campo la política de futuro que la institución ha realizado desde hace una década. La casa blanca fichó a Vinicius, Valverde, Rodrygo, Odegaard, Jovic, Militao y Odriozola para formarlos en casa. Casemiro fue el primer ejemplo de esa filosofía. La dirección deportiva quería que esos futbolistas jugaran progresivamente y se hicieran un hueco en el equipo en una rotación con los consagrados. Zidane lo hizo así durante un trienio. Fue quien elevó a Casemiro a la categoría de indispensable. Pero desde el año pasado acabó con la importancia de los suplentes de oro para convertirlos en reservas sin lustre.
El silencio del técnico en Alcoy, sin hablar con los futbolistas al final de los noventa minutos ni en la prórroga, fue otra imagen que no gustó a sus jefes. Expuestas las verdades de Zinedine, hay otra realidad suprema: esos futbolistas tenían que haber ganado al Alcoyano sin necesidad de nadie que les mande. Y se mostraron impotentes.
Zinedine sigue. De momento. El Alavés es, mañana, su siguiente examen. Ramos, que no ha renovado, tendrá que liderar otra revolución interna. Ya comenzó ayer. Es el primero que sabe que ellos también se la juegan. El escudo del entrenador ya se ha acabado.