La llegada de Draghi agrada al mundo empresarial y divide a los populistas
Si el expresidente del BCE no logra la unidad que busca, habrá elecciones anticipadas
De golpe, Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, ha insuflado un viento de confianza y esperanza en Italia. «Ganar la pandemia, completar la campaña de vacunación, ofrecer respuestas a los problemas cotidianos, relanzar el país son los desafíos. Tenemos los recursos extraordinarios que provienen de la Unión Europea y podemos hacer mucho por el futuro del país», dijo Draghi tras aceptar ayer en el palacio del Quirinal el encargo del presidente de la República, Sergio Mattarella, para formar un gobierno institucional.De momento, el mundo empresarial lo celebra y ayer la Bolsa de Milán registró la mejor cifrá de Europa (+2,09 % al cierre).
Draghi aceptó el encargo «con reservas», una fórmula tradicional, para iniciar de inmediato consultas con las fuerzas políticas. Una vez que confirme que cuenta con la mayoría parlamentaria, acudirá de nuevo al palacio del Quirinal, al final de sus consultas, para retirar sus reservas y presentar su lista de ministros. Luego llegará el juramento y días después su discurso programático en Cámara y Senado, con voto para ver si obtiene una mayoría sólida. Con tono sereno y palabras muy medidas, Draghi fue muy claro al explicar qué espera de sus consultas con los partidos políticos: «Con mucho respeto, me dirigiré primero al Parlamento. Confío en que la unidad surgirá del diálogo con los partidos y grupos parlamentarios y del diálogo con las fuerzas sociales, y con ello la capacidad de dar una respuesta responsable y positiva a la solicitud del presidente de la República», afirmó Draghi. Fue una intervención a la altura de lo exigido por el presidente de la República, cuando en la noche del martes, con un discurso dramático y muy claro explicó por qué Italia necesita un gobierno de «alto perfil» y no le conviene un adelanto electoral.
A los mejores
Una vez más, Italia sabe elegir a sus hombres más preparados. La opinión generalizada hoy es que Mattarella hizo la mejor elección. Nadie duda de que Draghi se rodeará, como siempre ha hecho, del mejor equipo posible. Sobre la mesa está la opción de un gobierno híbrido, mitad técnico, mitad político.
Con Draghi, Italia estará representada por el hombre que goza de gran prestigio y respeto internacional en un momento clave. Este año Italia ostenta la presidencia del G-20, con una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Roma en octubre, y a nivel de ministros de Finanzas en Venecia en julio. Para Draghi, si tiene éxito en su arriesgada misión, la jefatura del gobierno puede ser la antesala para la presidencia de la República, en sustitución de Sergio Mattarella, cuyo mandato de siete años se cumple el 31 de enero 2021.
Recurrir a Draghi como salvador de la patria, representa la bancarrota de la clase política italiana, enfrascada en una permanente guerra de guerrillas. Draghi espera obtener una amplia mayoría del parlamento. Un fracaso, que hoy no se contempla, llevaría al país a elecciones anticipadas.