Colas en las ONG de inmigrantes afectados por el incendio de Palos
En el nuevo asentamiento lo más importante es contar con un punto de agua
Poco después de la salida del sol decenas de inmigrantes comienzan a salir de sus chabolas de cartón y plásticos en dirección a la carretera que separa el Polígono Industrial San Jorge de Palos de la Frontera (Huelva) del asentamiento que han levando y convertido en su pueblo. Aquí vive una población sin censo oficial que las ONG estiman en alrededor de 800 personas en los momentos punta de la campaña agrícola y que no suele bajar de los 250 residentes el resto del año. Han pasado cinco días desde que un incendio —cuyo origen se desconoce aún— devorara la mitad de los chozos del poblado y el fuego dejara a varios cientos de inmigrantes con lo puesto. El fuego se tragó enseres —todo lo que tenían— y documentos en aquellos casos de los extranjeros regularizados. A otros, les robó los resguardos y facturas que custodian como tesoros durante tres años para probar su estancia en el país y conseguir papeles.
En paralelo al asentamiento, se ubica desde hace años la sede de la ONG Aceem que da apoyo a la población inmigrante. Hoy la cola comienza a formarse mucho antes de que la asociación abra sus puertas para atender las necesidades básicas de las personas residentes en el asentamiento: hay una doble fila a guardar, la de los inmigrantes del asentamiento y, en paralelo, una ristra de bidones de agua que esperan turno para ser llenados.
«Dentro de la dureza en la que viven, nosotras trabajamos por dignificar sus condiciones de vida», afirma el responsable de Accem, Francisco Villa, que confirma que las personas afectadas por el fuego han sido realojadas por compañeros en el mismo poblado o reubicadas en otros de Moguer, Lucena o Lepe, donde a veces también tienen otras chabola para dormir cuando cambian de zona de trabajo.
Sin poder recargar los móviles
En estos días, la mayor demanda de ayuda es precisamente abastecerse de agua —el centro es el punto de abastecimiento más cercano ya que en el asentamiento no hay suministro— y la recarga de los teléfonos móviles. «Tiene una explicación sencilla —subraya Villa— es el único contacto si los llaman para trabajar y la única forma de contactar con sus familias».
Ahora, la organización hace intercambio de garrafas a los inmigrantes, que suelen utilizar recipientes de pesticidas que encuentras en el campo o en vertederos para llenarlos de agua —para consumo—, de manera que les dan un bidón nuevo —donado mediante un acuerdo con el Ayuntamiento de Palos— a cambio de que traigan el suyo. «La pandemia ha cambiado nuestra forma de funcionar. Hace un año ellos estarían aquí dentro desayunando, poniendo lavadoras o aseándose y ahora tienen que estar esperando fuera». Pero además, la ONG que los recibe con un café caliente, tiene un servicio de ducha y lavadoras a su disposición para la ropa.
En la zona arrasada por el fuego, entre los restos de maderas quemados que están dispersos, ya han comenzado a levantarse con palés los esqueletos de las nuevas chabolas, mientras otras organizaciones que trabajan en el terreno reparten alimentos. Ayer, un total de 56 asociaciones y colectivos de la provincia hicieron público un manifiesto denunciando «la inacción» del Ayuntamiento de Palos y aseguraron que «hasta la fecha no ha ofrecido auxilio de emergencia a las 400 víctimas del incendio que han tenido que buscar refugio en la solidaridad de otras personas migrantes y colectivos sociales», aunque hay algunas que están durmiendo al raso.
Las organizaciones firmantes exigen al Consistorio que auxilie «de forma inmediata» a las personas afectadas por del incendio y lamentaron que «tratándose de uno de los municipios más ricos de la provincia, con superávit en las cuentas municipales, demuestre incapacidad para atender a los trabajadores».
Un total de 56 asociaciones y colectivos de la provincia hicieron público un manifiesto por su «inacción»