Movilizaciones
nas’. En la hostelería se limita el número de no convivientes que pueden reunirse. Pero seguimos empecinándonos en los errores y las ‘autoridades responsables’ que toman las decisiones al final no son responsables».
Más comprensivos se manifestaron los propios hosteleros a los que, indirectamente, salpica ese paralelismo establecido. Desde la Federación de Hostelería de España contestaron a este periódico que «el estado de libertad y el derecho a la protesta, la huelgag y la manifestación no están confinados», y que si la hostelería está abierta en ciudades como Madrid es «porque cumple» con las normas de seguridad imperantes.
En efecto, cabe recordar que el real decreto del estado de alarma permite manifestarse en su articulado, y las concentraciones no pueden ser prohibidas a menos que infrinjan las normas de seguridad e higiene que impone el contexto pandémico. Ellos mismos, los miembros de las plataformas de ‘Salvemos la Hostelería’, se han concentrado en ciudades de todo el país para expresar su desazón por la falta de ayudas a uno de los sectores más perjudicados por la crisis económica actual. Así, durante este tiempo de pandemia, se han sucedido convocatorias consentidas en las calles como las protestas –que se desbordaron en actos vandálicos– para repudiar el ingreso en prisión del rapero Pablo Hasel, o las de la educación concertada, dentro de los vehículos, como modo de repulsa contra la aprobación de la ‘ley Celaá’. Para algunas entidades feministas consultadas, la «fórmula idónea» sería la misma que acuñaron el pasado 25 de noviembre, el Día contra la Violencia de Género, para acudir con aforo limitado, puntualmente en lugares ventilados, como la plaza de Callao en Madrid, y llevar a cabo una protesta segura. Tal vez ppor ello, la Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid, quien el martes respondió a este diario que no había fijado aún un criterio sobre las marchas hasta que recibieran las peticiones formales, ayer sorprendió por boca de su máximo exponente, el socialista José Manuel Franco. Por la mañana y en Onda Madrid, Franco se aventuró a dar un tope de aforo y señaló que la Consejería de Sanidad había fijado el criterio de hasta 500 asistentes. Tras el revuelo formado, a primera hora de la tarde la Delegación se reunió con la Comisión del 8-M en Madrid para pedirles que busquen alternativas a la celebración de sus manifestaciones más numerosas. La entidad trasladó a Franco que su voluntad es «realizar un acto principal» y apuesta por descentralizar algunas actividades, a través de las comisiones de barrio o municipales, para evitar aglomeraciones innecesarias.
Las plataformas mantienen las movilizaciones y aseguran que cumplirán las normas