ESCRITO EN EL AIRE
LA cola de las vacunas llega hasta el verano del 23. La buena noticia es que el objetivo gubernamental del 70 por ciento de la población se alcanzará a final del 22. Por lo tanto, paciencia en la espera y también con los recados, los chascarrillos, las comparaciones fuera de lugar, e incluso las provocaciones del señor Simón, el portavoz comentarista del virus en esta España nuestra. Epidemiólogos, médicos y expertos en salud pública se niegan a hacer pronósticos más allá del día siguiente salvo cuando le dan la palabra al increíble hombre de las curvas. Los españoles esperan turno en la cola de los pinchazos, si es posible con el Metropolitano a la vista. Cuando el abastecimiento sea masivo, y se produzca una saturación del mercado, como con las mascarillas, habrá pasado, por lo menos, un año del solemne anuncio en La Moncloa de los 13.000 puntos de vacunación, que no eran más que los centros de salud ya existentes: «Una parte muy sustancial de la población podrá ser vacunada con todas las garantías el primer semestre del año».
De momento, esa sustancia de la que hablaba Sánchez se reduce de 33 a 13 millones. El presidente del Gobierno animó a los españoles a ponerse a la cola de las vacunas el pasado 22 de noviembre, generando una expectativa navideña de luz al final del túnel, difuminada justo después por una tercera ola con 18.000 fallecimientos entre enero y febrero. Otra ilusión óptica. Como ocurrió después del confinamiento de los cien días, cuando se desgañitaba en los mítines de la campaña vasco-gallega: «Hay que salir a la calle, hay que disfrutar de la nueva normalidad recuperada». Ni derrota del virus, ni control de la pandemia ni curva doblegada, ni nadie al otro lado de la media verdad. Para tapar el fiasco basta con echarle la culpa a Madrid, imponer una alarma anti-Ayuso y alimentar el jaleo. La política para Pedro Sánchez se reduce al relato. Solo importa que la comunicación política le funcione y si no, se modifica el mensaje hasta el siguiente espejismo. Los españoles, resignados y aburridos, se han puesto hacer cola. Y no solo para vacunarse.