No acabo de encontrar ese Sanfermín de franceses que denuncia nuestro ‘progresismo’
CUNDE una cierta irascibilidad en el sanchismo y aledaños ante la posibilidad de que Isabel Ayuso ronde la mayoría absoluta. Y es que ese resultado voltearía el clima político, dándole opciones de cara a las generales a un Casado que el mes pasado, tras el batacazo del PP en Cataluña, parecía tener tantas posibilidades de derrotar a Sánchez como el Alpine de Alonso de birlarle el Mundial a Hamilton. Así que de aquí al 4 de mayo arreciará la campaña contra Ayuso, tenaz y por momentos incluso de ribetes machistas. La nueva entrega del serial podría titularse ‘Madrid es Magaluf’. Debido a las temerarias políticas liberales de Ayuso y Almeida, Madrid se habría convertido en la meca del turismo de bolingón en Europa, según enfatizan a todas horas desde TVE y las teles al rojo vivo. En la mallorquina Magaluf, epítome del ‘hooliganismo’ etílico estival, imperaban los ingleses. En Madrid estaríamos ante hordas de galos sedientos, que según denuncia la izquierda en tono melodramático han convertido la capital en una suerte de Sanfermín permanente, con letales consecuencias sanitarias. En el marco de esta campaña, el alcalde de Valencia, de Compromís, ha llegado a la flipada hipérbole de culpar a Ayuso de que el futbolista Marcelo se saltase los cierres para viajar a las playas valencianas.
El pasado fin de semana me pasé unas seis horas de garbeo por el agradable centro de Madrid. Nos tomamos una caña en la clásica cervecería de la plaza de Santa Bárbara, con menos de media entrada en el interior y plenas garantías. Comimos en un excelente restaurante navarro de Sagasta, donde imperaban también la prudencia y debida distancia. Paseamos por Bilbao, Chueca, Malasaña... y vuelta hasta Colón. Todo el día pateando la ciudad y no vi las famosas tribus de gabachos desatados. Tampoco percibí comportamientos especialmente anómalos. Había bastante gente, cierto. Pero es lo normal, toda vez que nos han encerrado en la provincia (por cierto: ¿nos va a devolver el Fisco el dinero que estamos pagando en impuestos por unas segundas residencias que las autoridades nos prohíben disfrutar?). En el barrio donde vivo tampoco acabo de ver botellones, ni juergas en los bares. Lo que sí percibo es que la gente agradece que no se haya cerrado Madrid a cal y canto, porque la apertura ha contribuido a sostener la economía y el bienestar psicológico de la población.
No dudo que en algunas calles madrileñas se producen a ciertas horas aglomeraciones beodas inadmisibles y fiestas ilegales. Ahí están las imágenes. ¿Pero ocurre solo en Madrid? Para nada. Por lo demás, Ayuso y Almeida no ostentan las competencias para controlar los aeropuertos y las carreteras limítrofes por donde llegan los extranjeros (que yo sepa no existen mozos de escuadra y ertzainas madrileños). Si la llegada de franceses y alemanes a Madrid supone un problema sanitario hay un único culpable de no impedirlo: Sánchez, que pasa de todo. Lo siento por el pobre Gabilondo, que necesita agarrarse a lo que pueda para intentar flotar; pero Madrid no es Magaluf.