Del pentagrama a la fe
ESDE su serena modestia, él mismo lo subraya para justificar que a veces no recuerde algunos detalles.
«A los árboles viejos se nos caen las ramas». Pero la frase hay que completarla como es debido, al menos en su caso: ese longevo árbol ha regalado muchos y suculentos frutos. Con sus
91 años, Fulgencio Morón es, junto al valenciano Vicente Mas Quiles, el músico y compositor más veterano de la Semana Santa sevillana. Suyas son marchas como ‘Nazareno de Pasión’, ‘La Estrella de Triana’, la deliciosa ‘Siervo de tus Dolores’ dedicada a la Virgen de los Servitas y, sobre todo, ‘Cristo de la Alcazaba’, su primera marcha y más conocida obra, para el Cristo de las Misericordias de la hermandad de Santa Cruz. «No fui un compositor precoz, ni mucho menos. Compuse esa primera marcha cuando ya tenía 50 años. Y ni siquiera llegué pronto a la música en sí, comencé tarde. Trabajaba en una carpintería y con 24 años decidí empezar los estudios reglados de música. Me compré una bicicleta, que pagué a plazos, para ir a Sevilla por las mañanas al conservatorio, y ya me puse a estudiar a un nivel más alto. Así fui avanzando». Y tanto que avanzó. Más de treinta marchas llevan la firma de este sevillano de Lass Cabezas de San Juan pero afincado enn
Dos Hermanas desde los siete años.
En el año 1960 obtuvo la plaza para formar parte de la Banda Municipal de Sevilla, donde ha estado más de treinta años con su clarinete. Después formó también parte de la Orquesta
Bética Filarmónica. A comienzos de los 80 impartió clases en el municipio nazareno, en una incipiente Aula Popular de Música —germen del posterior conservatorio Maestro Andrés Segovia— y dirigió durante una década la Banda Santa Ana de Dos Hermanas, donde es una verdadera institución por su empeño en la promoción de la música. También entre las hermandades de la capital su nombre tiene un lugar especial. A ellas llegó por la música, incluso a un punto de fe y de devoción del que antes carecía. «Desde la música me acerqué a Dios, es así, me acerqué más a él. Y de ahí que, como músico, me decidiera a componer una marcha al Cristo de las Misericordias. Al ir varias veces a actuar a Santa Cruz con música de capilla o en traslados, conecté mucho con ese crucificado. Y debo decir, y esto es algo que nunca conté, que también me impulsó a hacerlo mi
Dagradecimiento al Señor por varias peticiones concedidas. Eso hizo que en 1980 compusiera ‘Cristo de la Alcazaba’, que ha tenido siempre muy buena acogida». Luego llegaron otras marchas para cofradías de Dos Hermanas o de Sevilla, entre ellas ‘Siervo de tus Dolores’, una pieza espléndida cuyos compases finales, y que son muy característicos, se inspiraron «en una nana, ya que en el paso la Virgen lleva en brazos a su hijo y esa parte final de la composición es como una vuelta a la niñez». Jubilado en 1994, mismo año en que cinceló la marcha ‘Nazareno de Pasión’, siguió componiendo después y hasta hace sólo unos años. Desde la distancia ha analizado la evolución de la música procesional de estos tiempos, de los que destaca que «hay muchas marchas nuevas, demasiadas quizás, y eso quiere decir que no todas pueden ser buenas, como es normal. Pero también hay trabajos muy buenos de gente joven que sabe componer muy bien. Todo ha cambiado y ahora se lleva mucho el corte aflamencado, ligerito, y con eso de que haya tantas marchas pues se aplica aquella expresión que antiguamente usábamos los músicos para las piezas que sólo se tocaban el día del estreno: música de baúl». Fulgencio Morón vive ahora al cuidado de su mujer, que lleva once años con alzhéimer y ya ni siquiera le reconoce a él mismo. «La vida tiene estas cosas. Yo le pongo música porque le agrada y, así, pues recuerdo y me entretengo. Todo tiene su tiempo y el mío pues ya pasó...». Pero su obra sí vencerá al tiempo.
«Nunca lo conté, pero compuse ‘Cristo de la Alcazaba’ para agradecer al Señor peticiones concedidas»