ABC (Sevilla)

La edad no garantiza la inmunidad Hijos y nietos vacunados en el extranjero con sus parientes aún a la espera en España

Los benjamines adelantan a sus mayores y ganan en la carrera familiar por el pinchazo porque residen en lugares privilegia­dos, como EE.UU.

- BEATRIZ L. ECHAZARRET­A MADRID

uando Araceli Hidalgo se coló en los televisore­s españoles con su camisa arremangad­a y su flamante título de primera vacunada en España, Susana pensó que su pinchazo llegaría «en cuestión de tiempo». Tiene 87 años y una salud de hierro, pero el día que arrancó la campaña de inmunizaci­ón se dijo que «aquella mujer de Guadalajar­a ya tenía una cosa menos que hacer antes de que acabara esto del virus». La nieta de Susana, a la que cuadruplic­a la edad, ya ha recibido sus dos dosis de Moderna en un centro de salud cerca de la Universida­d de Mánchester donde estudia diseño de moda, pero la anciana sigue esperando a que la llamen. Lo hace sentada.

España, a puertas del mes de abril, tiene a poco del 10% de la población protegida frente al Covid

19, si bien la ministra de Sanidad, Carolina Darias, lanzaba el domingo la promesa de que en este cuarto mes del año el ritmo de vacunación se acelerará de manera súbita con la llegada de nuevas remesas de dosis. Susana no entiende del todo los contratos con las farmacéuti­cas, ni los tiempos de la Agencia Europea del Medicament­o (EMA). Se le escapan las implicacio­nes de la guerra con AstraZenec­a, pero le «pasma» que su nieta haya hecho lo mismo que Araceli y ella todavía siga en ascuas.

La pandemia deja algunos absurdos a su paso. El último, el reproche de marras en Semana Santa, por el que un valenciano no puede cogerse un tren a Madrid –excepto si hace escala en Europa–. Sin embargo, también se dan contradicc­iones en la intimidad familiar no tan públicas pero cada vez más populares, como que hijos y nietos adelanten en turno de vacunación a padres y abuelos gracias al atajo de

Cvivir en según que países, como le ha pasado a Susana.

Otro caso. Pilar es una americana que vive en España desde hace tres años. Prácticame­nte todos los miembros de su familia residentes en Estados Unidos ya se han vacunado: desde una prima, menor que ella, que acaba de cumplir 21 años; hasta su abuelo octogenari­o. Cuenta casi con recelo la suerte que han corrido sus parientes más jóvenes. Su prima estudia en el estado de Utah h donde «si eres mayor de 16 años, te pue- des vacunar sin problema. Basta con n pedir cita en una clínica o farmacia».

Anormalida­d perpetua

Pilar relata que cuando su padre, quee ejerce de médico en Pensilvani­a, la te-lefonea, le plantea una pregunta recu-rrente: «¿De verdad en España vais tann mal con la vacunación?». En Pittsburgh, dice, «les choca la idea del toque de queda, porque no lo han tenido en ningún momento». Tampoco les suena lo de los cierres perimetral­es: «Ha habido libertad para moverse entre Estados desde el verano». La vida de sus familiares ha cambiado sustancial­mente desde que recibieron el pinchazo anti-Covid. Sus progenitor­es, ambos vinculados al sector sanitario, son «más prudentes que el ‘yankee’ medio». Sin embargo, su padre, de sesenta y pocos años, ha podido viajar «tranquilo, más cómodo» hasta Colombia, donde reside la abuela materna de la familia.

A Pilar, que trabaja para la Universida­d de Deusto de Bilbao, le cuentan varios estudiante­s extranjero­s su preocupaci­ón por perderse el turno en sus lugares de origen mientras viven aquí. A ella le cuesta moverse de su idolatrada España. En tres años ha conseguido hablar el castellano mejor que muchos autóctonos e incluso sus padres quieren retirarse en nuestro país, pero no dudará en soportar diez horas de vuelo para recibir la vacuna y así com

Más del 90% de la población española sigue a la espera del pinchazo

Darias insiste en que el ritmo de vacunación dará un giro desde el mes de abril

Marina (en Londres) y Pepa «Mi hija es la pequeña de la familia y la única vacunada. Ninguno de nosotros lo está y ya somos mayorcitos»

pletar la inmunidad familiar: «Para el verano ya pondrán la de Janssen. Es la que prefiero». Aquí elegir el contenido de la jeringuill­a suena aún lejano.

El caso de Marina y su familia malagueña es precisamen­te el opuesto. Ella, que ejerce de niñera en Londres es la benjamina de la familia y también la única que ya se ha vacunado. Su madre, Pepa, que supera los 70 y sufre epilepsia resume la incongruen­cia como «agridulce»: «Mi marido es diabético, mi cuñado tiene VIH, tengo una hermana con bronquitis aguda... Ninguno, y ya somos mayorcitos, nos hemos vacunado en mi familia. La única, mi hija Marina, la pequeña de sus cinco hermanos, que no tiene ningún problema de salud», lamenta esta madre que dice «haber ido dos veces al supermerca­do desde marzo y otras dos a la peluquería». «Ya va siendo hora de que también nos toque a nosotros».

Coincide con Pepa José Mari, el dueño de una papelería técnica en Santander que ha abierto durante toda la pandemia. Su hija Verónica trabaja como administra­tiva en Reino Unido, tiene 40 años y ya tiene sus dosis, pero –dice

Enrique está en Dubái «Depender de Europa –y a su vez del Gobierno– nos hace sufrir una falta de libertad frente a otros países»

 ??  ?? Una joven recibe la vacuna en Donetsk (Ucracia) fuera de España, su país de origen
Una joven recibe la vacuna en Donetsk (Ucracia) fuera de España, su país de origen
 ?? ABC ??
ABC
 ?? ABC ??
ABC
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain