El infierno del Diamond Princess
El 29 de enero de 2020, un crucero partía del puerto japonés de Yokohama con 1045 tripulantes y 2666 pasajeros que desconocían lo que les aguardaba. En poco tiempo, supusieron el mayor brote por coronavirus fuera de China. Unas 700 personas resultaron infectadas, en unas vacaciones inolvidables.
‘El último crucero’, que se estrena mañana en HBO, cuenta aquella odisea mediante la utilización de las imágenes personales grabadas por los pasajeros y la tripulación. Es un relato de primera mano, sin intermediarios ni miradas de autor. Es también una visión colectiva y poco publicitaria de la vida en un gran crucero, que permite revivir la pesadilla a través de las redes sociales. El mayor mérito de la directora, Hannah Olson, es dotar al conjunto de uniformidad, hacer de las piezas del puzle un relato coherente.
Después de 13 días de travesía, el capitán del barco habló por megafonía para contar que las autoridades les habían notificado un caso de infección por coronavirus: un hombre que se bajó en Hong Kong después de cinco días de viaje. A partir de entonces, se vigilará la aparición de síntomas entre la población del barco. El capitán añade una frase que nos resulta familiar: «Todo está bajo control y no hay motivos para preocuparse».
La fiesta no se detuvo, como muestran las imágenes, y el pequeño ecosistema se convirtió en un caldo de cultivo perfecto para propagar el virus. La vida a bordo, su insólita cuarentena durante semanas atracados en un puerto de Japón, nutrió los telediarios de todo el mundo. Entre los testimonios, destaca el de un trabajador contagiado que confiesa que lloraba en privado y no decía nada, por miedo.
Telecinco, dispuesta a cambiar y reexplotar su archivo, hace autocrítica
ntre otras cosas, el documental de Rocío Carrasco supone una revisión de los años 90. Vemos cómo era la familia Jurado, y también cómo éramos nosotros. En esto, la serie recuerda a la que Netflix dedicó al crimen de Alcácer. Lo que entonces vivimos como un combate entre el bien y el mal ganado por fuerzas oscuras se interpretaba ahora como populismo televisivo y violencia machista encarnada en Antonio Anglés.
De parecida forma, esta serie mira los 90 con nuevos ojos. Todo era machista, todo victimizó a Rocío: la atroz franqueza de la suegra, el bofetón de su padre, las lenguas del qué dirán… Hasta Telecinco, decidida a cambiar (y reexplotar su archivo), hace autocrítica de sus ‘Crónicas’ y ‘Que Me Dices’.
Este juicio a los 90 forma parte de algo más amplio. Rociíto busca contar su verdad «para seguir viva», un acto terapéutico, pero también se persigue la muerte civil de Antonio David y su condena judicial. Convergen sus intereses con los de la cadena.
ESe busca la muerte civil y una condena penal, y para eso es necesario el nuevo feminismo