Problemas
La crisis del Covid-19 se está demostrando como la más severa en un siglo. Y todavía quedan consecuencias por vivir, especialmente en el mercado laboral, que está siendo sostenido por los ERTE. Pero hay franjas de población que llevan décadas con su particular crisis: este es el caso de los jóvenes, que han visto empeorar hasta en un 50% la mediana de su salario real mensual en comparación a 1980. Esta es una de las principales conclusiones que se desprenden de un reciente informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) titulado ‘La evolución del empleo y la renta juvenil’.
«El hecho más destacable es la senda negativa de los ingresos salariales de los jóvenes. En 2019, la mediana del salario mensual real de los jóvenes entre 18 y 35 años era menor que en 1980, con caídas que van desde el 26% para aquellos con edades entre 30 y 34 años hasta el 50% para los de 18 a 20 años», reza el documento. Entre los principales factores a los que achaca esta situación el informe están «una reducción muy acusada de la duración de sus empleos y a un aumento del peso del empleo a tiempo parcial». Sumado a ello, el documento añade que el impacto conjunto de estos dos últimos factores también suponen «caídas de la media de los días de trabajo equivalentes a tiempo completo del 73% al 22%», por la reducción de la duración de los contratos y de la jornada.
Peores condiciones
Es aquí donde entra también en juego el llamado ‘efecto cicatriz’ de las recesiones. «Durante las recesiones se observa una fuerte caída de la renta laboral media de los jóvenes durante su primer año en el mercado de trabajo. Además, las cohortes que entran en los años posteriores a cada recesión lo hacen en condiciones similares o incluso peores», añade el texto de Fedea. En este sentido, el resultado de todo ello es «una caída tendencial» de la renta salarial en el primer año de entrada al mercado laboral, y también se producen patrones similares «hasta los 15 años de experiencia laboral». Esto permite concluir que las condiciones en las que se entra a trabajar luego tienen efecto sobre buena parte del resto de su carrera profesional.
Marcel Jansen, profesor titular de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador de Fedea, es uno de los autores del informe. Y no duda en hablar de ese ‘efecto cicatriz’ que provoca una muy lenta recuperación de las condiciones laborales de los más jóvenes. «Después de una recesión no se revierte el deterioro producido en las condiciones iniciales de los jóvenes. La literatura ha reconocido desde hace tiempo que los jóvenes que entran en el mercado laboral en recesiones suelen sufrir no solo un coste al entrar en el mercado laboral sino que en los años sucesivos tardan en recuperarse de la crisis», asegura en conversación con este periódico.
A su juicio, la gran novedad del estudio publicado es que los cohortes de población que entran tras una recesión, cuando el mercado se está recuperando, lo hacen «en peores condiciones que antes de la crisis». Un ejemplo práctico: un joven que haya comenzado a trabajar por ejemplo en el año 2019 lo habrá hecho con un contrato con peores condiciones que en 2006, antes de la crisis financiera, y pese a sumar ya varios años desde que se iniciara la recuperación económica en España.
Jansen tiene claro que todo esto se traduce en que se produce una consolidación del daño producido por la recesión del país. «Cuando analizamos la situación de los jóvenes en un periodo suficientemente largo, se produce un deterioro continuado; no es temporal en la recesión, sino un deterioro casi tendencial», añade. Y a la vista están las cifras del paro joven en España, más del doble en ciertas franjas que en el conjunto de la Unión Europea.
El investigador de Fedea recalca que el problema de las generaciones jóvenes, en suma, no abarca solo a las recesiones y que necesita de determinación política. «Esto requiere una respuesta de política estructural», añade Jansen. José Luis Bosch, director del Máster de Dirección de Recursos Humanos de OBS Business School, coincide en ese diagnóstico, y ahonda en ciertas causas: «Es un tema que se ha convertido en estructural porque depende de la estructura de producción que tenemos actualmente. Estamos expuestos continuamente a los problemas del sector servicios, ha desaparecido bastante el sector industrial, donde las expectativas están en la robotización, y se compite a nivel global con estructuras de países asiáticos».
Factores a tener en cuenta
Entre los factores que explican el grave problema de los jóvenes en cuanto al acceso al mercado laboral, y en qué condiciones, se encuentran varios,
Si la situación general del empleo en España es una catástrofe, las del empleo de los jóvenes es una auténtica hecatombe. Tienen menos trabajos y sus salarios son hoy más bajos que hace cuarenta años. Es tan terrible como intolerable, pero si el problema es gigantesco, su solución es muy sencilla. Basta con crear muchas empresas que generen empleos de calidad para todos aquellos que lo desean y no lo encuentran. Esta evidencia nos conduce a la pregunta clave: ¿Quién aunque hay que poner el foco principalmente en la dualidad entre trabajadores fijos y temporales.
Como recuerda Jansen, el marco laboral de nuestro país ha variado mucho en las últimas décadas, y todos estos cambios no han resultado favorables a las condiciones de trabajo (salario) de las generaciones jóvenes. Comenta que fue en la década de los años 80 cuando se liberalizó el uso del contrato temporal y, desde entonces, la dualidad fijos-temporales se ha instalado en España. «No ha podido corregirlo ninguna reforma posterior», afirma.
En el caso de la reforma laboral del año 2012, bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, sí que se trató de acercar la protección de los contratos temporales y la de los fijos, aunque la «letra pequeña incluyó muchas flexibilizaciones» para con el empleo, con afectación para los jóvenes. Por ejemplo, los
La situación de los jóvenes viene provocada, en parte, por la dualidad entre temporales y fijos
debe crear dichos empleos para poder garantizar el derecho al trabajo que consagra la Constitución? Como respuesta oirá un clamor: ¡los empresarios! Y aquí empiezan los problemas. El primero es determinar quién es empresario, una vez que, evidentemente, no se trata de una especie biológica predeterminada. Es decir el empresario no nace, se hace y germina solo si se dan las condiciones necesarias que, básicamente, son un sistema educativo favorable, un orden administrativo promotor, un esquema fiscal favorecedor y un entorno social estimulante.
Si es así, que lo es, resulta curioso que, tras reconocer el papel en abstracto de los empresarios –eso lo hace ya hasta la izquierda progresista–, la mayor parte de los dirigentes se olviden de ello y se dediquen a poner trabas, a estigmatizar socialmente y a castigar con impuestos a la actividad de emprender. ¿Resultado? Vuelva al principio y repase la situación.