ABC (Sevilla)

Sánchez abre la puerta a levantar el estado de alarma sin plan B jurídico

Las comunidade­s no podrían aplicar cierres perimetral­es ni toques de queda en caso de rebrotes El jefe del Gobierno fía toda su estrategia a las vacunas y al traspaso de responsabi­lidad a las CC.AA.

- VÍCTOR R. ALMIRÓN/ANA I.SÁNCHEZ MADRID

edro Sánchez manifestó ayer su voluntad de no prorrogar el estado de alarma más allá del 9 de mayo, fecha en la que vence la autorizaci­ón del Congreso. Pero no dijo ni una palabra sobre un nuevo escenario jurídico que permita a las comunidade­s autónomas aplicar restriccio­nes en caso de que llegara a ser necesario controlar nuevos repuntes. Solo queda un mes para ese escenario. Y el presidente evitó ser tajante en este sentido pero dejó ver que sigue sin tener ningún tipo de alternativ­a.

«El objetivo es que el 9 de mayo sea el punto final del estado de alarma», fue su declaració­n de intencione­s. Un objetivo, pero no una realidad que se pueda presentar como absolutame­nte cerrada. De hecho, poco después de la intervenci­ón de Pedro Sánchez, desde el Gobierno andaluz ya considerab­an «precipitad­o» el anuncio. El Consejero de Presidenci­a, Elías Bendodo, manifestó que ese planteamie­nto tiene «un prisma político y no sanitario». En este momento los contagios están subiendo y así parece que seguirá siendo en las próximas semanas tras la Semana Santa. «No sabemos el 9 de mayo

Pcómo va a estar la cuarta ola», dijo Bendodo, señalando que el planteamie­nto tiene más que ver con la dificultad para «sumar apoyos parlamenta­rios para renovar el estado de alarma». Con el planteamie­nto de Pedro Sánchez se abre la veda para que las regiones empiecen a reclamar una extensión de la excepciona­lidad jurídica, otorgando así a Sánchez el consenso que justifique una nueva decisión. Con el movimiento de ayer el presidente del Gobierno se protege para que, en caso de tener que actuar, lo haga motivado por unos datos abrumadore­s y por la petición de las comunidade­s autónomas. El mismo esquema que utilizó para poner encima de la mesa el decreto actualment­e vigente.

Arma doble

Desde el pasado verano, y al contrario que en la primera ola, Sánchez cambió el paso en su gestión de la pandemia: del mando único y la presencia masiva pasó a una gestión reactiva, actuando a petición de las regiones y con una estrategia de comunicaci­ón más limitada y centrada en reservada al anuncio de los mensajes positivos. Así ha sido durante todos estos meses y así seguirá siendo.

Además de porque traslada a las regiones la presión de reclamar que el estado de alarma se extienda, el movimiento tiene otra clave estratégic­a, basada en la voluntad del Gobierno de que el Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud «pueda seguir respondien­do a cualquier tipo de rebrote que haya en el país y al proceso de vacunación». Ese foro, que viene citándose semanalmen­te, reúne al Ministerio de Sanidad con las consejería­s de sanidad de las comunidade­s autónomas. Y se encargaría de encauzar lo que para el Ejecutivo es la recta final de la pandemia. El presidente insistió ayer, apoyado en las sentencias recientes, que las medidas que adopte este órgano serían «de obligado cumplimien­to». Eso sí, se trataría de una armonizaci­ón de medidas a partir de las competenci­as propias que ya tienen las comunidade­s autónomas. Y que permitiría, por ejemplo, cerrar comercios. Eso sí, lo que ya no podría aplicarse sin estado de alarma son los confinamie­ntos perimetral­es y las limitacion­es a la movilidad nocturna. Porque sin estado de alarma no hay un plan alternativ­o de reformas legislativ­as. El Gobierno se comprometi­ó a ello el pasado mes de mayo pero no lo cumplió. Y luego justificó que había

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