ABC (Sevilla)

Vinicius se eleva a la condición de estrella

El brasileño decide la victoria del Madrid con dos goles y una actuación sobresalie­nte. El tanto de Salah en la segunda parte deja vivo al Liverpool Lo reconoció con su cambió en el 42. La entrada de Thiago mejoró al Liverpool en la segunda parte

- HUGHES

l Madrid cumple y Vinicius se eleva a la condición de estrella, de jugador que decide partidos europeos. A su velocidad y a su derroche sumó el control, el acierto y el gol. En una palabra, la confianza.

Hay que tenerlo muy claro o ser muy especial para dejar a Thiago en el banquillo. Lo hizo Klopp, como ofreciéndo­le al Madrid una sesión de hardcore en el mediocampo. Pero el Real Madrid tiene una virtud. Sube y baja durante la temporada, es guadiana, pero sabe volver al punto exacto donde dejó la Champions. Y volvió como acabó contra el Atalanta: una seriedad perfecta.

Así que se aprestó para cinco minutos de presión frenética y embridó el problema. Durante ese rato, hacer una jugada era como cruzar una avenida en hora punta. Era como si hubieran echado una pelota en el recreo de un internado. Bullía el partido como una olla de garbanzos, pero poco a poco fue bajando el suflé sin que el Madrid hubiera sufrido.

En el minuto diez ya se veían los posos del café del partido. Sobre el fragor general destacaba el temple distinto de Benzema o Kroos. Lo que ellos tenían no lo tenía el Liverpool.

Y aparecía Vinicius, que siempre es el descorchad­or de los partidos. Descorchad­or y un poco sumiller, que presenta el aroma que tendrá el partido. En el 11, ya controló a la carrera un pase larguísimo de Courtois; en el 12 remató un pase de Mendy…

ELa verticalid­ad del brasileño

Sobre el piano del partido ya sonaba el metrónomo de Kroos que miraba el norte del partido que señalaba Vinicius con su velocidad, con su ‘vinicidad’, pues no solo era velocidad, eran toques, controles, y aparicione­s en el área, como su hubiera ya perdido el miedo a la zona erógena.

Efectivame­nte, por los dos llegó el primer gol del Madrid. Minuto 27: un pase absurdo, teatral, de una elegancia antiguo régimen que Kroos hizo volar sobre toda la ingenuidad del Liverpool lo bajó Vinicius con su pecho, pero no lo bajó solamente, lo orientó

Courtois Lucas Vázquez Militao Nacho Mendy Casemiro Modric Kroos Asensio (69) Vinicius (83) Benzema

Valverde (69) Rodrygo (83)

Alisson Alexander-A. Kabak (81) Phillips Robertson Fabinho Keita (42) Wijnaldum Salah Mané Diogo Jota (81)

Thiago (42) Firmino (81) Shaqiri (81)

GOLES

m.27: Vinicius; m.36: Asensio; Salah; m.64: Vinicius. m.51:

EL ÁRBITRO

(Alemania). Tarjeta amarilla a Mané, Lucas y Arnold. y lo refrenó, lo domó en su pecho como a un amante exhausto, ¡pero también tiene pectorales Vinicius! Y luego, para más inri en la sorpresa, batió a Alisson sin titubeos. Vini, vidi, vinci.

Tuvo alguna otra ocasión después. Los pases largos de Kroos y la velocidad de Vinicius, una velocidad voraz, alegre y retumbante, destrozaba­n al Liverpool y le hacían pagar su orgullo táctico. Le dejaba espacios al Madrid como si el Madrid fuera el Newcastle y el Madrid cometió salvajadas a la espalda de sus defensas. En el 36, otro pase del manantial de Kroos lo rifó Alexander-Arnold, en horas bajísimas, para que Asensio, burla burlando, marcara con un doble toque de su zurda sobre el portero Alisson, con un bigote como autoparódi­co u homenaje a Globbelaar.

El gol confirmaba la racha de Asensio y daba la razón a Zidane, que ha confiado en él con sabiduría y más paciencia que nadie. Ahí se vuelve a ver su iluminada cabezonerí­a cabileña.

El Liverpool era almodovari­ano en Madrid, por aquello de correr como vaca sin cencerro, y Klopp retiró a Keita por Thiago en el 42, reconocía el error y mostraba una crueldad que siempre se le supuso bajo la gorra de vendedor de pressings.

Después del descanso, Klopp debió de pensar que para medio pelo, ninguno, y adelantó aún más al autolesivo Alexander-Arnold. Más espacios tendría el Madrid, pero la valentía le salió bien y el Madrid se partió instantes antes del gol de Salah en el 51, el primer chut inauguraba la debilidad del Madrid.

La fractura en el medio del Madrid se siguió viendo. El síntoma persistía, como si se resintiese también ante la verticalid­ad del otro.

Con una sola acción, el Liverpool pasaba de un preludio de drama a disfrutar de un resultado objetivame­nte bueno. Ese vaivén anímico el Madrid lo padeció y trató de reponerse con sucesiones de toques, triangulac­iones que sonaban como intentos por volver a arrancar el coche.

En el 60 ya tuvo una ocasión: tiro de Kroos tras larga jugada.

Se vio ahí la quijada dura del Madrid, su capacidad para encajar. Se fue reponiendo al gol. Primero fue una contra que malgastó Asensio, y luego Vinicius, que marcó rematando de primeras en el área tras un pase de Modric.

Vinicius ya había liderado al Madrid contra el Atalanta y volvía a hacerlo contra el Liverpool. Además el partido estaba para él: espacios, praderas, latifundio­s de ilusión cada vez que se escapaba un balón de los ‘reds’. Pero ya era otro Vinicius, un Vinicius sutil, con sensibilid­ad en la yema de los dedos que estaba, por fin, ocupando su sitio en la élite del fútbol. Ganando partidos importantí­simos.

El Madrid podía protegerse con un 4-4-2. Ahí estaba Valverde, mirando el campo con ojos hambriento­s y prometedor­es.

Lo muchísimo que había corrido Vinicius parecía que no lo había corrido porque todo en él se hace alegre, ligero, sonriente, y parece que no significa nada. Sin embargo, qué difícil es en

Asensio da la razón al entrenador Volvió a marcar el mallorquín en una gran acción y aún pudo conseguir otro más. Devuelve la confianza

contrar esa cualidad suya de flecha directa al flanco del rival.

Kroos, que en un año de grúas es la gran grúa directora del Madrid, modificaba el acarreo. Se notaba ahora el buen juicio, la prudencia. En los minutos que quedaban estaba la eliminator­ia. El Madrid ya se lo miraba de otra forma y tenía muchos pulmones congregado­s.

Resiste la defensa

El Liverpool, aunque mejorado por Thiago, no creaba peligro y el Madrid dejaba de partirse. En esos minutos lo hacía todo de una forma que quizás

El error de Klopp

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