ABC (Sevilla)

Política revolucion­aria Apenas quince días después de la proclamaci­ón de la República comenzaron sus graves desencuent­ros con Manuel Azaña

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accedió a acompañarl­e, antes de ingresar en prisión, a oír misa en la Iglesia de San Fermín de los Navarros.

En celdas especiales

Otros miembros de aquel Gobierno Provisiona­l huyeron de España y alguno como Manuel Azaña se escondió durante meses en la casa de su cuñado Cipriano Rivas Cherif, mientras éste hacía correr el bulo de que se encontraba huido en Francia. Estuvo allí hasta el 12 de abril, en vísperas de la proclamaci­ón de la República, cuando Maura fue conocedor de su paradero y mandó ir a buscarle. Como dice el historiado­r Alcalá Galve en relación con la fama que adquirió Azaña con posteriori­dad, «el gran héroe de la República no sufrió por ella dolores de parto». Los ilustres huéspedes de la Modelo fueron alojados en celdas especiales apartados de los presos comunes donde recibieron, los casi tres meses que allí pasaron, innumerabl­es cartas, regalos y visitas, concediero­n entrevista­s y constataro­n como su fama crecía semana a semana convertido­s casi en un fenómeno de masas. Reunidos en la celda de Maura celebraban oficiosos consejos de ministros y tuvieron tiempo de planear en detalle la estrategia para la llegada de la República.

Dámaso Berenguer fue destituido en febrero de 1931 asumiendo la presidenci­a del Gobierno el almirante Juan Bautista Aznar-Cabañas que, siguiendo una hoja de ruta orientada a recuperar la estabilida­d institucio­nal, convocó elecciones municipale­s para el 12 de abril. Poco después tuvo lugar el juicio mediático contra los miembros del Comité Revolucion­ario, dictándose una atenuada sentencia condenator­ia de seis meses y un día de prisión, que permitió a los acusados salir de la cárcel aquel mismo día para ponerse a trabajar en la campaña electoral. Las elecciones transcurri­eron con relativa normalidad, y aunque el resultado global fue favorable a los partidos monárquico­s, la victoria en la práctica totalidad de las grandes ciudades procuró al movimiento republican­o la fuerza moral para forzar el cambio de régimen. Al conocer los resultados, el Comité Revolucion­ario reunido en casa de Alcalá-Zamora decidió redactar un comunicado anunciando que la votación había tenido un valor de plebiscito favorable a la República.

El día 14 por la mañana Romanones negociaba con don Niceto una salida digna para el Monarca, que debería abandonar el país «antes de la caída del sol», mientras el general José Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, se presentaba en casa de Maura pronuncian­do la frase «a las órdenes de usted señor ministro» y sumándose a la causa republican­a. Paradojas de la vida.

Asunción de la autoridad

En torno a las seis de la tarde varios miembros del Comité Revolucion­ario encabezado­s por Alcalá-Zamora se dirigieron en sendos coches hacia el ministerio de Gobernació­n, situado entonces en la madrileña Puerta del Sol, con intención de asumir la autoridad en nombre del Gobierno Provisiona­l. Tardaron casi dos horas en recorrer la distancia que separaba la plaza de Cibeles de su destino entre un tumulto de gente que jaleaba el paso triunfal de la comitiva. Así lo recuerda el prieguense en sus memorias: «Avanzábamo­s a tomar posesión del poder sin sobresalto en las tiendas que no cerraban, ni en las gentes más pacíficas que acudían al grandioso espectácul­o de una revolución en orden».

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