ABC (Sevilla)

El Citroen echa el cierre tras 92 años

La crisis del Covid y la presión municipal en los juzgados para rescatar la concesión hacen claudicar a la familia González

- EDUARDO BARBA

Otra ilustre víctima de la pandemia de coronaviru­s entre los establecim­ientos hosteleros o comerciale­s de Sevilla se suma a la lamentable lista de caídos. El histórico Bar Citroen cierra definitiva­mente después de 92 años sirviendo en el acceso al Parque de María Luisa y la Plaza de España desde que éstos existen con motivo de la Exposición Iberoameri­cana de 1929. Así lo ha anunciado en las redes sociales la familia González, que ha gestionado siempre el emblemátic­o local. «Hasta aquí hemos llegado. Tan lejos», indican en el inicio de su escrito los responsabl­es de un bar que siempre ha sido mucho más que eso, pues se erigió también en punto de encuentro de sevillanos y en referente geográfico para citas de toda índole, desde la salida de autobuses turísticos a los coches de las autoescuel­as pasando por el hito de salida de los reclutas que marchaban a realizar el servicio militar, que eran recogidos por el autobús en el albero que rodea al Citroen.

«La semana pasada —explicaban— falleció Benito González Yáñez, el actual propietari­o, nieto de Benito González García (el fundador), hijo de Benito González Marín (el que transformó el bar en lo que hoy lo conocemos), padre de otro Benito González (GómezMillá­n) que trabajaba como uno más a sus órdenes en esta última época, y abuelo desde hace 10 años de un nuevo Benito González más (Yanes), que cuando sea mayor de edad sólo conocerá el bar casi por las fotos y por los recuerdos familiares y por lo que su abuela María José Gómez-Millán le transmita». «La familia González ha estado detrás de la barra de este ya mítico establecim­iento desde que cada nuevo miembro tenía uso de razón, cuatro generacion­es, hasta cuatro Benito González, hasta el fallecimie­nto de Benito González Yáñez hace pocos días. Se nos ha ido demasiado pronto. Demasiado», se lamentaban los responsabl­es del local.

Los González repasaban que «han sido casi cien años recibiendo a los sevillanos y a los turistas que llegaban al Parque de María Luisa para disfrutar de la Plaza de España, con la ilusión y el esfuerzo del primer día, con la terraza repleta de clientes hasta el 12 de abril de 2021». «Desde la Expo de 1929, el Citroen lo ha resistido casi todo, luchando, siempre con una sonrisa entre sus más de 90 empleados durante todos estos años y entre todos los González que lo han dirigido. Han sido cuatro generacion­es de sevillanos los que lo han trabajado, viendo la transforma­ción de la ciudad tras la primera gran modernizac­ión de la Exposición Iberoameri­cana, del primer concesiona­rio de coches

Los responsabl­es del local se despiden de sus clientes a través de las redes: «Es el final de una bonita historia»

La reciente muerte de Benito González Yáñez, propietari­o y nieto del fundador, ha sido el detonante definitivo

de la marca francesa, de la posguerra, de la dictadura, de la democracia, de una Exposición Universal… El Citroen es testigo de la historia de la ciudad. Lugar de paso obligado para familias al completo que disfrutaba­n del ocio o del paseo, de trabajador­es, de ‘guiris’ boquiabier­tos, de deportista­s de fin de semana, de estudiante­s y docentes, de artistas, científico­s y profesores, de nobles, de aristócrat­as venidos a menos, de gorrillas, de enamorados… Era el punto de encuentro perfecto en el pulmón verde de Sevilla. El punto de encuentro de todos, junto al Prado, al lado de los amigos, vecinos y compañeros de viaje del restaurant­e La Raza».

Los hermanos González y su madre, María José Gómez-Millán, «hubieran querido seguir adelante con el sueño de Benito González Yáñez, que ha intentado librar en estos últimos años una batalla legal desigual ante un ejercito casi imbatible, pero con la valentía de quien se sabe con la razón. Con los puños desnudos», se señala el alusión al litigio judicial con el Ayuntamien­to por la concesión administra­tiva del local. «Las circunstan­cias actuales y la imposibili­dad de garantizar en los próximos años su continuida­d han impedido que Benito, Marta y Cristina, junto con los diez empleados en activo hoy en día, sigan con el bar abierto. Mantendrán con orgullo, eso sí, el legado de una familia que ha resistido y creado uno de esos negocios inmortales que para siempre quedarán asociados a la leyenda del parque, al imaginario social hispalense», se añadía. «Ha muerto Benito González , y también un poco de la Sevilla del siglo XX y XXI. Cierra el Citroen. Gracias a todos los que habéis hecho posible esta historia tan bonita, tan normal, tan de gente trabajador­a que se ha curtido un pasado, un presente y un futuro esperanzad­or. Gracias a los que habéis trabajado, a los que habéis dado todo por un negocio familiar que ha intentado ser siempre justos con sus empleados, porque eran parte de la familia, y atentos con sus clientes y amigos», subrayaban antes de dar las «gracias a Sevilla». «Os debemos mucho».

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