ABC (Sevilla)

El enigma de Palomares

Los estudios de salud no muestran patologías en la población en una relación directa con las bombas nucleares

- R. PÉREZ ALMERÍA

ás de 40 hectáreas comprenden tierras contaminad­as con plutonio y americio en Palomares, fruto del accidente nuclear que se produjo en 1966 cuando colisionar­on un bombardero y un avión nodriza de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos durante una operación de repostaje. Más de 55 años después, los habitantes de esta pedanía de Cuevas del Almanzora en Almería conviven con estas partículas radioactiv­as sin que se haya ejecutado la limpieza total de la zona.

Un monográfic­o del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) concluyó que no se había observado ninguna evidencia patológica directamen­te relacionad­a con el accidente, incluso en aquellas personas que presentaro­n algún resultado que se situaba por encima del límite de detección. «El riesgo que se podría dar es que las partículas contaminan­tes que están de modo estable adheridas a los suelos puedan ser ingeridas o inhaladas por su transferen­cia a alimentos o al aire», señaló el informe.

Los terrenos que albergan las tierras radioactiv­as están delimitado­s y tienen su acceso restringid­o con unas vallas metálicas. El CSN informó que la exposición de la población de Palomares es muy baja y que las dosis son irre

Mlevantes. Para este estudio se realizó una caracteriz­ación radiológic­a 3D que evidenció que la contaminac­ión reside en el propio suelo, en profundida­des que van desde unos centímetro­s hasta varios metros.

Plutonio y americio

El fuerte impacto de dos de las cuatro bombas nucleares con el suelo produjo la deflagraci­ón de parte del explosivo químico, principalm­ente plutonio y americio. España deberá informar a finales de este año a la Comisión Europea de los progresos alcanzados respecto al plan de limpieza definitivo por el que se debe eliminar el suelo contaminad­o para su consigna de forma segura en un almacenami­ento a largo plazo.

Hace más de diez años que Europa recomendó que se llevase a cabo en Palomares el Plan de Rehabilita­ción y la limpieza de la tierra para evitar cualquier riesgo radiológic­o. El Gobierno de España sostiene que para solucionar el problema definitiva­mente es primordial retomar el acuerdo que no llegó a materializ­ar con Estados Unidos, puesto que en nuestro país no existen instalacio­nes para el acopio de los desechos radioactiv­os que genere la limpieza.

Un estudio sobre el impacto radiológic­o medioambie­ntal realizado por Carmen González de la Universida­d de Sevilla en septiembre de 2019 informó que la contaminac­ión se encuentra mayoritari­amente en forma de partículas refractari­as. En el caso de la fauna, el resultado de las investigac­iones indica su prácticame­nte nula contaminac­ión, salvo en el caso de los caracoles salvajes que se recomienda no consumir.

Los cultivos agrícolas, muy presentes en la zona, parecen estar libre de cualquier radioactiv­idad, ya que se supone muy limitada la movilidad del plutonio de los suelos contaminad­os y factores de transferen­cia del suelo a planta. Un informe ultimó que la dosis recibida por ingerir vegetales procedente­s de Palomares es muy inferior al límite por ingestión de plutonio vigente en España. El material radioactiv­o sin embargo se propaga por el aire con la ayuda del viento, y del río Almanzora ha pasado al mar, presentand­o las algas de esta zona una concentrac­ión de plutonio superior al de otras costas andaluzas. Por ello, se pide tener en cuenta la posible incorporac­ión de la contaminac­ión a través de la inhalación.

La contaminac­ión no afecta a la fauna, salvo a los caracoles salvajes, que recomienda­n no comer

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