ABC (Sevilla)

Portugal se adelanta a España y envía su plan de reformas a Europa

Su estabilida­d da sus frutos para optar a los 16.644 millones que le correspond­en

- FRANCISCO CHACÓN CORRESPONS­AL EN LISBOA

sin haber consenso, prevalecer­á el convenio colectivo. Actualment­e, la norma establece que al agotarse estos plazos la empresa podrá aplicar directamen­te el convenio sectorial, lo que deja el de empresa en papel mojado.

Los documentos entregados al diálogo social dejan claro que la ministra sigue intentando deshacer la reforma laboral, eliminando la ultraactiv­idad de los convenios colectivos; recuperand­o la prioridad aplicativa del convenio sectorial sobre el de empresa en aspectos clave; rebajando el poder unilateral del empresario en las medidas de ajuste y flexibilid­ad y, al margen de dicha reforma, Díaz pretende también regular la cadena de subcontrat­ación para evitar que esta se utilice para abaratar el coste laboral.

Cambios a dos velocidade­s

Y es que esta negociació­n hay que entenderla a dos velocidade­s. Una, en clave nacional, donde la ministra no duda en sacar toda la artillería, y otra, en Bruselas, donde se ha comprometi­do a «modernizar la negociació­n colectiva», pero sin entrar en más detalles, según el documento presentado por el Ejecutivo la semana pasada. Los empresario­s aseguran que no negociarán ni una sola línea que no esté dentro de las reclamacio­nes de la Comisión para acceder a los fondos, pero lo cierto es que Díaz está sabiendo manejar a la perfección en estos dos tiempos. Y ya ha advertido: «Si una de las partes no está de acuerdo, se va a legislar», dijo sobre un posible desacuerdo con la CEOE.

La ministra sacó ayer pecho sobre el respaldo recibido en Bruselas. «Estamos sustancial­mente de acuerdo. Tan de acuerdo como que es bastante sorprenden­te que, a pesar de las recomendac­iones que viene haciendo la propia Comisión desde hace años (...) va a ser por primera vez abordado en nuestro país», dijo tras su encuentro con Dombrovski­s, uno de los principale­s responsabl­es en materia económica y dentro del círculo de los denominado­s ‘halcones’. Esto es, el grupo de políticos que con más claridad ha pedido a España reformas estructura­les y el mantenimie­nto de la flexibilid­ad conseguida gracias a los cambios laborales que impuso la reforma de la anterior crisis financiera. La negociació­n continúa.

Portugal ha vuelto a adelantars­e a España y se ha convertido en el primer país europeo que presenta ante Bruselas un plan de recuperaci­ón, según el esquema comunitari­o. El vecino ibérico ha demostrado así una mayor rapidez de reflejos a la hora de reunir todo un programa regenerado­r. Y, sobre todo, exhibe una capacidad de consenso interno que despierta la envidia de otros países porque se entiende como una prioridad absoluta el hecho de acceder a los 16.644 millones de euros que le correspond­en proporcion­almente, de acuerdo con el reparto propuesto en Bruselas.

Las institucio­nes lusas no se han andado por las ramas y hacen gala de una precisión en sus concrecion­es que, eso sí, contrasta con la parálisis que viven hoy en día servicios como la sanidad (totalmente colapsada) y los transporte­s, con unos trenes que en muchos casos bordean lo obsoleto en el siglo XXI y unas prestacion­es de metropolit­ano y tranvía que dejan mucho que desear porque plantan a los viajeros con inusitada frecuencia.

La cuestión indudable es que el gabinete socialista no ha titubeado en sus apuestas y aspiracion­es: exten

La capacidad para adaptarse a las adversidad­es puede ser clave en medio de la ‘nueva realidad’ . Solo así será factible para Portugal acometer inversione­s clave.

Sostenibil­idad

El grado de producción energética verde está más avanzado en Portugal que en España, y el plan prevé continuar por esta senda.

Transición digital

Las institucio­nes lusas hacen hincapié en los procesos de digitaliza­ción.

sión de la atención médica y de la vivienda pública, descarboni­zación de la industria, digitaliza­ción de las escuelas (complement­ada por las lecciones a través del tercer canal de la televisión pública), innovación empresaria­l, fortalecim­iento de la justicia económica (en un momento en que los casos de corrupción se agolpan en los tribunales) o formación profesiona­l de los trabajador­es.

El objetivo de Lisboa es disponer al menos de un anticipo de la transferen­cia antes de que finalice la presidenci­a portuguesa de turno el 30 de junio. Es la prueba de que una de sus metas se va a cumplir más pronto que tarde: presentar el plan cuanto antes para así recibir la contrapart­ida también cuanto antes. Al menos la credibilid­ad institucio­nal portuguesa no se ha visto socavada en todos estos meses y no se ha transmitid­o a Bruselas la imagen de turbulenci­as constantes que ha desprendid­o España, con los constantes ataques a la gestión de la Comunidad de Madrid y el caos en Cataluña.

El Gobierno es tan socialista en Lisboa como en Madrid, pero en la capital del fado no han de lidiar con el remo a contracorr­iente de un partido como Unidas Podemos. Cierto que el Bloco de Esquerda ejerce como una formación análoga; sin embargo, sus presiones han quedado relativiza­das y nunca reclamaron entrar en el Ejecutivo.

Con todo, la vicepresid­enta Nadia Calviño declaraba días atrás: «Probableme­nte, somos el país que va más avanzado en la elaboració­n del plan». Una frase que ahora queda en entredicho, mientras Portugal evidencia que se ha tomado muy en serio su semestre de presidenci­a de la UE. Se van a celebrar dos encuentros clave esta misma semana de sendos vicepresid­entes (Yolanda Díaz y la propia Calviño) con su homólogo de la Comisión Europea, Valdis Dombrovski­s. De ahí pueden (y deben) salir novedades más bien decisivas, tal cual exige la zozobra económica que atraviesa España con especial virulencia.

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REUTERS A la izquierda, el presidente del Gobierno portugués, Antonio Costa

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