Obra maestra
HERENCIA
Desde que escribo estas páginas en ABC, ningún álbum me había sobrecogido tanto como este. Catalogar de obra maestra lo que aún no ha salido al mercado (lo hará mañana) es arriesgado. ‘Herencia’, el personal tributo que Rafael Riqueni le brinda a sus coetáneos, lo es. Su toque preciosista ha perdido algo de velocidad con respecto a su último álbum flamenco, ‘Alcázar de cristal’, del año 96. Gana, a cambio, en todo lo demás. Y es que jamás pensé, cuando lo escuchaba por primera vez en discos que hacía décadas que se habían publicado, que iba a coincidir con algo así en el tiempo. Este es el acontecimiento discográfico del año; o de la pandemia, pues debía haber salido hace meses.
La ‘Soleá de los Llanos’, dedicada a Manolo Sanlúcar, nos desvela las heridas con las que toca hoy. Todo es igualmente sorpresivo, emocionante al no intuir siquiera lo que viene después de cada acorde, más único que original y, además, extraordinariamente pausado. El tiempo se estira y duele. Avanza y se detiene justo después. Nos mata cuando en la taranta el laberinto de la duda acaba convirtiéndose en austera catedral. Por seguirilla sacude los cimientos de Paco. Por farruca a Mario Maya. Por granaína a todos cuando a los pocos segundos de empezar echa un trémolo triste al aire por medio de un glissando. Los hallazgos, tras esa falseta inicial, son de una belleza onírica. Irreales. Sencillos y a la vez imposibles. La tranquilidad que a Riqueni le ha costado encontrar en su vida personal la transmite a través de su instrumento. La bulería a Tomatito, los tangos a Joaquín Amador, las alegrías a Pepe Habichuela... Pasen por aquí y decidan cuál será el himno de este difícil ramillete.