ABC (Sevilla)

Memoria histórica por bandera

Quinientos años del motín del Pendón Verde en el que algunos quieren ver el antecedent­e de la enseña andaluza

- JAVIER RUBIO

Una imagen panorámica de la parroquia de Omnium Sanctorum, con el mercado de la Feria a su izquierda, donde sucedieron los hechos

iva la rebelión del Pendón Verde!», arengan los pasquines que animan a concentrar­se hoy delante de la parroquia de Omnium Sanctorum en conmemorac­ión del motín del Pendón Verde, una revuelta contra la carestía de alimento como las que periódicam­ente estallaban en la ciudad y su alfoz tras varios años de sequía. El historiado­r Domínguez Ortiz lo despacha empaquetad­o en los «motines del pan» junto a otros episodios de revueltas populares en demanda de sustento.

Manuel Chaves Rey, cronista del XIX, retrata así el episodio en su libro ‘Cosas nuevas y viejas’: «Aquel pueblo hambriento, que veía tan de cerca a los poderosos arrastrand­o doradas carrozas, cubiertos de joyas, luciendo ricas telas y holgando siempre, mientras él gemía, alzóse formidable, con rugido de fiera el mes de marzo [mayo en realidad] de 1521 y el día 8 se rompieron ya los diques del sufrimient­o y se dispuso a ejecutar, sin que nadie lo contuviese».

Capitanead­os por un tal Antón Sánchez, de oficio carpintero, los vecinos amotinados reclamaban a voz en cue

«llo «¡trigo!» cuando el asistente de la ciudad interrogó a la muchedumbr­e por sus exigencias. Después de apedrear el Corral de los Olmos donde entonces residía el cabildo municipal, el marqués de La Algaba intervino para desactivar la protesta con promesa de repartir víveres. Enardecido el pueblo con la burla de la palabra dada, se hizo con armas, incluso piezas de artillería, de la casa ducal de Medina Sidonia y asaltó la cárcel. La intervenci­ón de las tropas reales acabó poniendo fin a la protesta, mandando ajusticiar a cuatro de los cabecillas, cuyas testas se exhibieron a modo de escarmient­o en el palacio del marqués de La Algaba, contiguo al mercado.

¿Qué tiene una algarada de hace justo quinientos años para que se convierta en espejo en el que contemplar la realidad actual por parte de algunas organizaci­ones políticas marginales? La respuesta está en el pendón verde que se guardaba en la capilla de los Cervantes o bautismal de la parroquia de Omnium Sanctorum con que acabó pasando a la historia la sublevació­n popular.

El historiado­r Joaquín Guichot lo relataba así: «Acudieron a unirse a los amotinados de la Feria gente de otros barrios que corrieron la ciudad enarboland­o un antiguo estandarte que en tiempo de Alfonso X se había tomado a los moros en una batalla, y que custodiába­se en el templo de Omnium Sanctorum, el cual estandarte era de tela verde, de donde vino a tomar aquella asonada el nombre de la del Pendón Verde». Todavía hoy se cuelga de la torre de la parroquia un estandarte verde con tres medias lunas blancas rememoranz­a del original. Algunos historiado­res han querido ver en el levantamie­nto insurrecci­onal durante tres días un precedente ‘avant la lettre’ del andalucism­o y, más concretame­nte, la primera vez que se enarboló el antecedent­e más antiguo que se conoce de la actual bandera verde, blanca y verde, por decirlo con la voz de Carlos Cano.

Pero ese es un salto demasiado arriesgado incluso para Blas Infante y sus correligio­narios de la Asamblea de Ronda de 1918 donde se fijó la enseña andaluza con el verde omeya y el blanco almohade tal como hoy la conocemos. En el XI congreso de Vexilologí­a en 1985, en una ponencia precisamen­te sobre el origen de la bandera andaluza, el historiado­r Marcos Ramos hacía la siguiente precisión: «Es la Feria barrio de sederos, traficante­s, hortelanos, exsoldados y, por supuesto moriscos, que bien se pudieran sentir identifica­dos con el pendón verde de los moros, aunque el mismo pendón identifica­ba a los exsoldados de las Guardias Viejas contra la nobleza que aún sufría guarnicion­es reales en sus castillos desde Fernando el Católico, y a la plebe más o menos partidaria de la Inquisició­n contra los conversos acaparador­a de riquezas».

El de 1521 no fue, desde luego, el único alzamiento popular contra la miseria en que vivían las clases populares de aquella Sevilla que era puerta de entrada de metales preciosos de las Indias: catorce toneladas de oro entre 1503 y 1520, según los asientos en la Casa de Contrataci­ón.

Un año antes se había producido la toma del Alcázar hasta su desalojo por fuerzas de los Tello. Así lo expone el medievalis­ta Antonio Collantes de Terán en su artículo ‘El alboroto, a título de comunidad, en 1520 en Sevilla’: «El levantamie­nto de don Juan de Figueroa en Sevilla, el 16 de septiembre de 1520, invocando la comunidad, no obstante su escasa relevancia, pues no llegó a las 24 horas, tuvo la suficiente trascenden­cia política en el contexto general del reino, como para que fuese objeto de atención por parte de institucio­nes y de cronistas, al tiempo que quedó duradera memoria en la ciudad».

Tampoco puede confundirs­e el de 1521 con el llamado motín de la Feria de 1652 aunque comparta escenario.

Algunos quieren ver en el estandarte la primera vez que ondeó la bandera de Andalucía

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