Ni fumar es posible en la F1
Las restricciones extremas funcionan y Montmeló adapta las burbujas en un deporte con pocos positivos de Covid
Un test con resultado negativo certificado por un médico colegiado y un laboratorio, y realizado 24 horas antes de ingresar en el circuito de Montmeló, no es suficiente garantía para las mentes rectoras de la Fórmula 1. Este deporte se ha caracterizado durante lustros por su eficacia vanguardista, ninguna esperanza para la chapuza o la improvisación. Aquí todo es ciencia y datos. Cualquier viajero acreditado que se haya acercado estos días al norte de Barcelona para trabajar en el Gran Premio de España ha tenido que descargarse una aplicación recomendada, introducir todas sus reseñas personales y preparar la nariz para una PCR extra por cuenta de la Federación Internacional (FIA). Es la forma de cerciorarse que nadie penetra en la burbuja de la Fórmula 1 sin credenciales sanitarias frente al Covid.
La pandemia decreta una realidad desangelada en el circuito de Montmeló. Los coches de prensa pueden entrar casi hasta los boxes de las escuderías en un paraje desértico que recuerda más a los entrenamientos privados del invierno que a una carrera de Fórmula 1.
No hay nada. No hay aglomeraciones en el desvío hacia Parets y tampoco en el posterior enlace con el polígono que da entrada al circuito. Ningún aficionado a las puertas del recinto pide autógrafos. Nadie vende nada en chiringuitos callejeros. Ninguna bandera refleja personas viajeras. La zona comercial es un empedrado de hormigón sin vida. Se cuentan con los dedos de una mano los auxiliares que orientan en los accesos. En 2007 se citaron en Montmeló 140.000 personas y resultaba conveniente el madrugón a partir de la seis de la mañana para evitar horas y horas de atascos.
Al circuito se accede ahora en cinco minutos desde Granollers. Es el imperio del coronavirus, su devastador
La incidencia del virus sigue bajando; en Portugal solo hubo un positivo en 4.523 pruebas realizadas
efecto en la F1. «Siento que el domingo falta color y ruido», declaraba Alonso en ABC. Más que eso, falta el alma de una caravana rodante de más de 1.500 personas que se mueve cada fin de semana de país en país.
El ‘paddock’ del circuito catalán, como todos los del mundo, es una zona estratégica donde se hacen negocios, emergen las relaciones públicas, se generan influencias y se intercambian cromos comerciales. Hay periodistas, comisionistas, paseantes, actores, futbolistas, ‘celebrities’ de todo pelaje y también pilotos. Estos días Montmeló es el desierto, un restringido ruedo de neumáticos, válvulas y tuercas que interesa a los acérrimos del automovilismo.
La dirección del GP España sigue la pauta establecida por la F1. El domingo habrá mil personas en las gradas, mil abonados del circuito catalán que tendrán restringido el tránsito. Aparcan en otro apeadero, y no pueden comer, beber o fumar en las gradas de la recta de meta donde se sentarán. Para todas esas necesidades deben salir de la pista y fuera de las gradas, comer, beber o fumar. La organización prevé dos horarios de acceso para mil personas, de 9 a 9:45, y de ahí a las 10:30, marcando distancias y, obvio, siempre con mascarillas y gel hidroalcohólico.
El resultado de este mundo de restricciones es un éxito de la Fórmula 1. Hubo positivos de pilotos (’Checo’ Pérez, Gasly, Hamilton, Norris, Leclerc y Stroll), de ingenieros, personal y algún periodista, pero no brotes.
La FIA publica los resultados de los análisis después de cada carrera. En la primera cita, Bahréin, hubo doce positivos en 8.150 test. En Ímola, dos personas positivas en 4.523 pruebas. Y en la última, en Portugal, sigue bajando la incidencia: un positivo de 4.895 análisis.