Restos arqueológicos El Real Alcázar, el epicentro de los grandes hallazgos
La aparición de la misteriosa niña en la capilla del Palacio Gótico es el último descubrimiento de una larga lista Expediciones por la historia
En el Apeadero del Real Alcázar se produjo en 1605 un gran hallazgo del que dejó constancia Rodrigo Caro: la aparición de la estatua de la diosa Isis con Horus, que invitó a pensar que, en ese mismo espacio de la vieja Híspalis romana, se encontraba el templo de la divinidad protectora de los barcos y la navegación. Más de cuatro siglos después, en unas catas arqueológicas en la capilla del Palacio Gótico se ha descubierto el sarcófago de plomo de una niña de la baja Edad Media, que incluso se apunta que pudiera ser la hija de un gran personaje histórico, incluso del Rey Alfonso X el Sabio.
Cada vez que se llevan a cabo obras en el Alcázar se encuentran restos arqueológicos que ayudan a desenterrar el pasado de este conjunto palatino e, incluso, sacan a la luz vestigios del origen de la ciudad, que estuvo precisamente en esta zona. El arqueólogo Miguel Ángel Tabales lleva 25 años estudiando el subsuelo del palacio y los elementos emparedados entre las distintas casas que se fueron adosando al complejo. El equipo que dirige ha publicado ya casi 200 artículos de investigación, diez monográficos y unas 35 memorias científicas sobre la arqueología en el palacio. Además del hallazgo del cadáver de la niña bajo el altar de la capilla, donde se piensa que puede haber una gran cripta funeraria, Tabales ha coordinado un proyecto sobre las murallas originales que ha sacado resultados «muy importantes para la historia pero poco mediáticos», señala a ABC. Se ha elaborado un libro y, en unos meses, se presentarán públicamente.
Sin embargo, sus primeras incursiones bajo el suelo del Alcázar comenzaron a finales de los años 90, de la mano del por entonces director del palacio José María Cabeza. En 1997, en unas catas que estaban realizando justo a la entrada por la Puerta del León hallaron el gran palacio de la Montería. «Fue una revolución, todo el patio era un gran palacio almohade muy bien conservado y que nos permitió ir tirando del hilo de una transformación del Alcázar que no era la que habíamos estudiado». Tabales explica que «esos restos, en cualquier otro sitio, serían visitables pero se encuentran en una zona de transición —el gran vestíbulo del Alcázar— y lo que se hizo fue protegerlos y taparlos».
Apenas dos años más tarde, los estudios se centraron en la esquina noreste, en la casa número 16 del Patio de Banderas. Allí, en la sede de la Agencia de la Biodiversidad, se eliminaron los revocos recientes que tapaban las murallas y la primitiva portada islámica que daba a la calle Joaquín Romero Murube (antigua Alcazaba). «Aquello fue un bombazo», recuerda Tabales. Este espacio se abrió durante un tiempo a las visitas, pero la puerta permanece cegada, a falta de que se lleve a cabo el proyecto de recuperación. Aquel descubrimiento tuvo lugar a finales de 1999.