ABC (Sevilla)

Madrid fue epicentro de un meneo político de los que marcan tendencias a largo plazo, si eso todavía existe

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L4 de mayo, cautivo de su hipocresía y descoletad­o el ejército rojo, la guerra civil ha vuelto a terminar. Desgraciad­amente se reanudará muy pronto, cuando lo decidan los irresponsa­bles que buscan rédito a costa de enfrentar y radicaliza­r a este pacífico país que un día ya lejano cantaba unido por su libertad sin ira, ni siglas.

Las balas las carga el diablo y la fotocopia de la navaja del nido del cuco apela, como el lema de MediaMarkt, a la conciencia de un electorado asombrado por la zafiedad de esta campaña de escoltas bucaneros y machismo institucio­nal.

Madrid ha sido epicentro de un meneo políti

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co de los que marcan tendencias a largo plazo, si ese concepto todavía existe. A Andalucía llegan las réplicas. La primera, en forma de primarias urgentes a un PSOE cuya mayor tragedia no es Madrid. Un viejo militante ofrece su diagnóstic­o: «Ya no hay debate en las casas del pueblo». Ni pueblo en las sedes. Las primarias son un ejemplo: el debate son los nombres, no la ideología. El susanismo se ve desnudo. No puede obviar la etapa en la que estuvo ‘asanchista­do’, sin dignidad. Los que le hicieron el traje a la emperatriz que respondan ahora. Espadas tiene que demostrar que ser moderado y sanchista no es un oxímoron. Esa es misión imposible en un PSOE que se entrega a Redondo, Iván, y sanciona a Nicolás; sucesos ambos con nombres de zares para remarcar la autoridad única de Sánchez. Esa es la tragedia. Si hay memoria, se acerca necesariam­ente una ciclogénes­is explosiva.

Todo empezó en la huerta de los votos prestados. Desde ‘Murcia, que hermosa eres’ no se había visto espectácul­o más entretenid­o. Aquella moción, del plan con el que ‘el terrible’ diseñó una entente con Ciudadanos para voltear todas las comunidade­s del PP, terminó en piscinazo. Desde entonces, Arrimadas está ausente, como en Cataluña. Marín bastante tiene con recordar que es Gobierno y esperar a que el viento mueva la veleta.

La réplica del seísmo madrileño le ha llegado a Alejandro Hernández con motorista y telegrama. Abascal los quiere más cafeteros. Ahora ya sabe el parlamenta­rio las consecuenc­ias que tiene no creer en las autonomías. Ni en la suya. Le han despedido como él lo hizo un mal día de la Cámara, sin gusto. Vox quiere más madera: «¡Elecciones!». Eso es lo que le piden los suyos a Moreno cuando estudian las ciencias exactas de Michavila. Moreno prefiere el huracán de «¡A la playa!» a las ventoleras de Génova. Sólo pide calma y confianza en ‘su estilo’. Así empezó Ayuso superstar. Parece ser el único que se ha enterado de lo que ha pasado en Madrid.

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