Las postrimerías de Valdés Leal representan el sentido de las siete obras de misericordia que pintó Murillo en la iglesia
abrir y cerrar de ojos), que simboliza cómo la muerte puede llegar en cualquier momento, igualando a todos, despojando de las riquezas y títulos de la vida. Frente a él, el ‘Finis gloriae mundi’ (el fin de las glorias mundanas): dos ataúdes abiertos, uno de un obispo y otro de un noble con sus cuerpos en descomposición y una balanza arriba sostenida por la mano de Cristo en el que se encuentra el platillo ‘ni más’ frente al ‘ni menos’.
El tercer cuadro de Valdés Leal, situado en el coro alto, es la ‘Exaltación de la Santa Cruz’. Una enorme pintura que simboliza al emperador Heraclio llegando a Jerusalén tras recuperar la cruz de Cristo. Al intentar entrar por las puertas de la Ciudad Santa, comenzaron a desprenderse las piedras de la muralla y un ángel descendió del cielo indicando que, si quería entrar, debía hacerlo despojándose de todo el boato imperial, recordándole que Cristo entró por allí a lomos sin más gloria que a lomos de un borriquillo.
La iglesia de San Jorge es la teología elevada al arte supremo. Ni el expolio francés logró arrebatarle la grandeza. El mariscal Soult robó cuatro de los cuadros de Murillo de la la serie de las obras de misericordia. Los dos originales son los que se encuentran más cercanos al presbiterio. Sin embargo, del pintor sevillano se conservan también dos pequeños cuadros que rematan sendos altares laterales, que representan un San Juanito y un Niño Jesús. También se encuentra una Anunciación de la Virgen y el impresionante de ‘Santa Isabel curando a los tiñosos’, que regresó a la Caridad después de que en 1939 el gobierno español y el francés llegaran a un acuerdo para su regreso.