La Universidad de Sevilla le acaba de publicar un libro donde recoge apuntes del natural de la ciudad y otras ciudades andaluzas
«Sevilla necesita el doble de fuentes y el triple de árboles de los que tiene»
—Es un libro en la más pura tradición del apunte del natural que han hecho los arquitectos de toda la vida de Dios.
—Sí, en realidad se trata de recuperar lo que los arquitectos y otros profesionales han hecho desde siempre, que no es otra cosa que dibujos al aire libre.
—¿Usted llevaba consigo el don del dibujo o tuvo maestros que le enseñaron las reglas básicas?
—Me gustó mucho el dibujo siempre. Pero reconozco que no tenía mucha habilidad. He tenido maestros como Alberto Balbontín, Jaime Verdaguer y Manuel Álvarez Fijo. Pero tengo que hacer una cita especial: Don Rafael Manzano, que nos enseñó arquitectura a muchas generaciones dibujando.
—La Escuela tuvo fama en España por su nivel de exigencia. ¿Continúa alta esa exigencia, por ejemplo, en materia de dibujo?
—Desgraciadamente las exigencias han bajado muchísimo. Es un mal general a toda la enseñanza.
—¿Usted distinguiría un dibujo a mano hecho por un arquitecto de hace treinta o más años de otro actual?
—Sí, sí, sí, se distinguiría. Hay arquitectos actuales que dibujan muy bien. Pero no en la proporción de hace años.
—Me sorprendió que me dijera que el libro se lo había encargado su mujer. ¿Eso cómo se explica?
—(Risas) Siempre he dibujado, más en los últimos diez años, y desde entonces la cantidad de libretas de dibujos en casa es enorme. Me animó a publicarlos. Su insistencia ha dado frutos.
—¿Qué Sevilla recoge en sus dibujos: la eterna o la real?
—Los dibujantes nos parecemos a los turistas. Y siempre caemos en la tentación de fijarnos en lo bello, lo hermoso y lo eterno. Y todo eso va unido en Sevilla a los centros históricos. Pero también tenemos ojos para la otra ciudad.
—¿Usted a cuál pertenece?
—Siempre me he sentido turista en Sevilla.
Su bisabuelo fue jefe de la casa de los Montpensier y promotor de la Expo del 29. Su abuelo fue alcalde de Sevilla y presidente del Patronato de las Casas Baratas. Y él es arquitecto y un apasionado del urbanismo. Tiene dos edificios en Sevilla que resaltan en su currículo: la Cámara de Comercio y las dos casas de la calle San Fernando situadas frente al Rectorado.
Su rincón preferido, pese al crimen perpetrado, es el paseo Marqués de Contadero, desde el que se contempla la fachada primorosa de la calle Betis. Le apasiona la historia de la forma de la ciudad, que la entiende como un libro que hay que saber leer. ‘Menos en más. Dibujos’ es el título del libro que la Hispalense le acaba de publicar.