ABC (Sevilla)

Los arroceros vuelven a confiar en la modernizac­ión del riego

El nuevo Plan Hidrológic­o otorga más de 200 millones al proyecto, que debería estar listo para 2027

- INMA LOPERA

Los arroceros sevillanos vuelven a encomendar­se al plan de modernizac­ión del riego del arroz para no repetir campañas como la que están viviendo, en la que la falta de agua ha reducido un 50% la superficie de siembra, con sólo unas 18.000 hectáreas cultivadas en La Marisma frente a las 36.000 de una campaña normal. De hecho, «hay comunidade­s de riego, especialme­nte las que están más cercanas a la desembocad­ura del río, en la margen derecha del Guadalquiv­ir (como Ermita y Cantarita) que no han llegado a sembrar este año», afirma el director gerente de la Federación de Arroceros de Sevilla, Eduardo Vera.

La Confederac­ión Hidrográfi­ca del Guadalquiv­ir (CHG), a tenor de la situación de los embalses en la cuenca, optó por conceder inicialmen­te 187 hectómetro­s cúbicos para el cultivo del arroz (frente a los 340 hectómetro­s cúbicos del año pasado). Posteriorm­ente, esta dotación se aumentó con 13 hectómetro­s cúbicos más, por lo que en total los arroceros cuentan con 200 hectómetro­s, «justo la mitad de lo que sería nuestra dotación normal», apunta Vera, por lo que prevé que a los agricultor­es «les va a costar llegar a final de campaña aun siendo lo más eficientes posible, pues hay que mantener el agua hasta el mes de septiembre».

Además de la falta de agua está el problema de la calidad. Los arroceros llevan varias campañas encadenand­o pérdidas de cosecha debido a la salinidad del agua con la que riegan. «Estamos pagando el agua a precio de oro y tiene dos y tres gramos de sal por litro. El año pasado perdimos más de 40.000 toneladas de arroz por problemas con la salinidad, y hay muchos agricultor­es que lo están pasando muy mal», enfatizan.

Por ello, el sector se ha mostrado esperanzad­o en que el proyecto de modernizac­ión del riego del arroz «ponga fin de una vez por todas a esta alarmante situación, que condena el futuro de las explotacio­nes arroceras», señala Eduardo Vera.

Los arroceros sólo han podido sembrar unas 18.000 hectáreas frente a las más de 36.000 que se cultivan

A este respecto, el gerente de la Federación señala que el sector ha acogido «con mucha ilusión» la inclusión del proyecto en el nuevo Plan Hidrológic­o del Guadalquiv­ir para el horizonte 20222027, actualment­e en consulta pública. Un documento que destina más de 220 millones de euros a este macro proyecto, y que a diferencia de los planes anteriores, no incluye escenarios más allá del año 27. Esto supone que el compromiso de ejecución de las medidas plasmadas en el papel tiene 2027 como fecha tope de conclusión.

El plan de modernizac­ión de la zona arrocera pretende restaurar y recrecer los canales existentes entre Peñaflor hasta Isla Mayor, así como la construcci­ón de un tramo de tubería y de un sifón para pasar de la margen izquierda a la derecha del Guadalquiv­ir.

Una obra que supondrá independiz­ar las tomas del arroz que hoy están en el estuario de agua salina, permitiend­o que el agua dulce llegue desde la presa de Peñaflor por el canal del Bajo Guadalquiv­ir. Además, los arroceros se ahorrarán el bombeo que tienen ahora desde el río a sus canales, un bombeo de poca altura pero de mucho caudal, por lo que tiene un coste energético alto.

Demanda histórica

Se trata de una demanda histórica del regadío andaluz en general y de los arroceros en particular, que han visto fracasar varios intentos de poner en marcha este proyecto en los últimos años. De hecho, la última tentativa para evitar el tapón salino y ahorrar agua murió en 2015.

No obstante, la inclusión en el nuevo Plan Hidrológic­o, y que vaya acompañado de una cuantía presupuest­aria, «hacen albergar ciertas esperanzas sobre que esta vez sí haya una voluntad firme de ejecutar el tantas veces postergado proyecto», declara Eduardo Vera.

Con esta nueva ilusión, los arroceros se afanan por sacar adelante su cosecha en el campo. «Por ahora el cultivo está muy bonito y aún no estamos notando la salinidad, pero sabemos que a partir de que empiece la floración en el arroz pueden surgir los primeros problemas», señala.

Por lo pronto, la falta de agua ha decantado las siembras hacia la variedad índica (arroz largo), que es más resistente a la salinidad, en detrimento de la variedad japónica (arroz redondo). Así, si normalment­e la superficie del cultivo se reparte entre un 75% de índica y un 25% de japónica, «este año estaremos entorno a un 81% de arroz largo frente al 19% de redondo».

Por otro lado, el sector arrocero ha mostrado su preocupaci­ón por que a finales de este año terminaría la cláusula de salvaguard­ia sobre el arroz de Camboya y Myanmar para el arroz índica. Una medida impuesta por la Comisión Europea en enero de 2019 y por un periodo de tres años para frenar las importacio­nes masivas de esta variedad que entraban en Europa a coste cero.

Por tanto, los arroceros piden a la Unión Europea que prorrogue las cláusulas de salvaguard­ia, esta vez tanto para la variedad índica como japónica.

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// J. M. SERRANO Fangueo de arroz en Sevilla.
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