Roberto Bazolo
∑El rápido ascenso de la quinta ola del Covid obliga a revisar las restricciones e impacta de lleno en el ocio y hostelería ∑La crisis resiente el turismo extranjero y termina de hundir las expectativas del sector, que critica la falta de apoyo
mpezó tímidamente, con apenas unas décimas de incremento en los contagios el pasado 23 de junio, pero dos semanas después se ha convertido en la quinta ola de coronavirus. Impulsada por las infecciones entre jóvenes no vacunados, la incidencia ha crecido más del 240%, y las comunidades se han visto obligadas a frenar la desescalada y reimponer restricciones. En esta ocasión, con la vacunación conteniendo la presión hospitalaria, serán el turismo, el ocio y la hostelería los principales damnificados. Incluso desde el mundo sanitario los expertos advierten del impacto económico que tendrán las infecciones en pleno inicio de la temporada turística. «El eco de lo que está pasando aquí es internacional y sin duda nos pasará factura», señala el presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), Ricard Ferrer, a ABC. Pero revertir esta situación será difícil sin dañar la economía. «Deben hacerse equilibrios que siempre son complicados», señala Ferrer.
Ehan impulsado medidas de apoyo más allá de las que lanzaron hace meses. «Nunca en mis cuarenta años en el negocio me había planteado cerrar en agosto y este año lo tengo claro», expone a ABC Lourdes Branco, dueña de la Vermutería Lou. La empresaria lamenta que al sector no hacen más que ponerle trabas y comenta que «tendrían que tratarnos a todos por igual, pero mientras nosotros tenemos que cerrar por el Covid, las plazas siguen llenas de lateros y grupos bebiendo y los colmados vendiendo alcohol». Su negocio, ubicado en el barrio de Gracia,
funciona ahora solo con cinco mesas en la terraza pero, por suerte, ha podido mantener a sus cinco empleados. Este agosto todos ellos tendrán, con toda probabilidad, vacaciones.
La costa catalana también se está resintiendo duramente del último auge de casos. «En julio solemos tener muchas reservas de última hora, por lo que no hemos notado muchas cancelaciones pero sí hemos notado un freno en las reservas de agosto», remarca a ABC Miquel Noguer, presidente de la Diputación de Gerona y presidente del Patronato de Turismo GeronaCosta Brava, una zona limítrofe con Francia a la que le han dolido especialmente los anuncios del Gobierno francés de la semana pasada. «Hemos tenido que bajar las expectativas respecto a hace un mes pero estamos esperanzados. Nos hemos esforzado en tener las condiciones de seguridad y confiamos en que la temporada se alargue este año porque cada vez habrá más gente vacunada», sentencia. En esta línea, la Confederación Empresarial de Hostelería y Restauración de Cataluña exigió la semana pasada que las administraciones hagan un plan extraordinario para «enviar mensajes de confianza al exterior» y volver a posicionar a España como «destino sanitariamente seguro». La promoción es, de hecho, uno de los pocos ámbitos por los que se está apostando para salvar la temporada: Barcelona y Sevilla presentaron hace justo hace un mes y desde París un plan conjunto para atraer a turistas franceses.
«El 60% de habitaciones de la ciudad siguen cerradas y solo tenemos un 35% de ocupación»
En uno de los iconos del ocio del Mediterráneo, el complejo de ocio Penélope de Benidorm, las nuevas restricciones por la quinta ola, que en la Comunidad Valenciana contabiliza 262 casos por cada 100.000 habitantes, han sentado como un mazazo en pleno pistoletazo de salida de la temporada alta turística. «Estábamos en la UVI y cogiendo algo de oxígeno y con esta decisión injusta y desorbitada, tomada a la ligera de ayer para hoy, nos han roto los esquemas», se lamenta Roberto Bazolo.
El sector en su conjunto apunta como el responsable de todos sus males al presidente de la Generalitat Valenciana, y la agrupación hostelera Abreca exige su dimisión: «El mayor virus que tenemos ahora mismo es
Ximo Puig», opina Roberto Bazolo.
La solución para prevenir más contagios está en flexibilizar y ampliar los horarios de apertura, a su entender. «Cuando no hay horas de cierre, la gente se marcha de forma escalonada: un grupito se va pronto porque al día siguiente quiere levantarse para irse de paella, otro no quiere beber y conducir... en cambio, ahora todos salen a la vez y no sirve de nada mi trabajo de horas dentro, con un dineral invertido en personal de seguridad», explica.
«La situación es muy diferente a la del verano pasado porque hay más turistas, pero con estos horarios tan recortados... somos ‘policías’, hemos incrementado plantilla para vigilar y garantizar el distanciamiento, que se cumplan las normas, el uso de la mascarilla, pero luego la gente en la calle ya no es igual», relata este directivo al frente de dos establecimientos, con la discoteca y el pub con servicio de restauración todo el día.