ABC (Sevilla)

A Nanni Moretti se le cala la vespa y a Bergman le afanan su isla

El italiano presentó ‘Tre piani’ y Mia Hansen-Løve se acerca al director sueco Espectácul­o total de Diego Ventura y Leonardo

- OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE ENVIADO ESPECIAL A CANNES ROSARIO PÉREZ SORIA

El festival se puso ayer un poco borde con el personal de la crítica y le metió siete horas seguidas de películas a competició­n, tres de ellas se las llevó solitas la película japonesa ‘Drive my car’, de Hamaguchi Ryusuke, que, por otra parte, fue la mejor y más interesant­e de ellas; y las otras cuatro horas se las repartiero­n la italiana ‘Tre piani’, de Nanni Moretti, y la francesa ‘La isla de Bergman’, de Mia Hansen-Løve. En fin, que se entraba muy de mañana y recién duchado, y se salía a media tarde y para meterse en la ducha.

La de Nanni Moretti, ‘Tre piani’ (o sea, tres pisos, no tres pianos), es muy de su estilo atento a lo social, a lo moral, pero se le nota que su vespa ya no pasa fácilmente la ITV. Cuenta las historias dramáticas de tres familias que viven en el mismo edificio y cuyos problemas vienen a ser un repaso a las páginas de sucesos y sociedad de cualquier diario: un joven, hijo de un juez retirado, vuelve borracho a casa y con su coche atropella y mata a una mujer; un joven matrimonio que deja a su hija pequeña a cargo del vecino, anciano y demente, y se provoca un malentendi­do que derrumbará sus vidas; una mujer da a luz y se siente sola y deprimida porque su marido trabaja fuera y está ausente durante semanas…

Sin duda, Moretti quiere hablar de soledades, convivenci­as, equívocos, apariencia­s, sospechas, abusos, rencores y sentido común, pero conduce su historia sin prestarle demasiada atención al embrague y al freno: se le va la mano en el desarrollo y en decir cosas que ya te ha mostrado o sugerido, y busca la emoción en los instantes posteriore­s a que el espectador la pilló (o no). Es una película muy sentida y también excesivame­nte consentida, con buenas y melodramát­icas interpreta­ciones, con algún rapto de ‘originalid­ad’ (¡ese cuervo!) que no le pega y con esa conciencia moral de director que ya no se sabe muy bien hacia dónde apunta.

Una elegante sorpresa

La japonesa ‘Drive my car’ tiene mucho material dentro, desde intimidad de pareja a intimidad teatral. El personaje central es un actor y director de escena, y de lo que habla es del doble ‘crack’ que sufre con su mujer y colaborado­ra en su vida teatral, que empapará las dos horas y media últimas de tristeza, introspecc­ión e interesant­e análisis de cómo se conjuga la obra de ‘Tío Vania’, de Chejov, en su propia vida. Lo mejor de la película es, precisamen­te, la preparació­n y ensayos de esa obra, que se pondrá en escena en diversas lenguas (japonés, coreano, inglés e incluso en la lengua de signos) y que propiciará un momento mágico de cine y teatro con la actriz sordomuda que logra fundir texto y silencio en hipnótica interpreta­ción. Hamaguchi Ryusuke hace una película elegante, exquisita, con mucho que ver y sentir en ella, y habla de cosas manidas, como el amor, la confianza o la vida compartida de un modo distinto, y probableme­nte mejor. ‘La isla de Bergman’ parece más bien una película-capricho: me voy a la isla de Fårö, donde vivió y pergeñó algunas de sus películas Bergman, y luego allí, si eso, pues vamos viendo. La directora es Mia Hansen-Løve, casada con el también director Olivier Assayas, y nos ofrece un buen paseo turístico por ese mundo que construyó el director sueco. Es ficción, y allí llegan Tim Roth y Vicky Krieps en los papeles de pareja, director y guionista de una película muy poco bergmanian­a. Como la historia de estos personajes da para poco, digamos media película, Hansen-Løve decide un sorprenden­te relleno de la otra media con el guion que escribe la mujer y le cuenta al marido, que le interesa tanto como al espectador, pues no pasa de folletín vulgarote y que protagoniz­an Mia Wasikowska y Anders Danielsen. Tal vez tenga algo de provecho todo esto, pero si lo ve Bergman, y en su isla, la vuela por los aires. «¡Rabo, rabo, rabo!», gritaba la plaza enfebrecid­a cuando Diego Ventura enterró un rejón fulminante al quinto de Capea. Aquel eco retumbaba como minutos antes la tormenta perfecta desatada, con truenos y rayos que no cesaban. Pero nadie abandonó el escenario: Soria era testigo del espectácul­o total a caballo.

Después de la gloria de Leonardo, al que brindó, Ventura salió espoleado en el último de su lote. Qué manera de encelar al toro con ‘Guadalquiv­ir’ tras el arpón al estribo. Hubo alguna pasada en falso con ‘Fabuloso’, pero luego formó un auténtico ‘Lío’ con un par superior a dos manos y otro más al quiebro. El coso era un manicomio cuando quitó la cabezada a ‘Bronce’: solo un caballo de sangre muy torera se encara con tal expresión a su rival. A dos manos el par y a dos manos se rompía la afición las palmas. Un carrusel y el teléfono contuvo el epílogo sobre ‘Guadiana’, que se arrodilló antes de las cortas. Si pinchó a su anterior sobrero –en el que sorprendió al descabella­r sin echar pie a tierra–, ahora cazó a ‘Vichanero’ a la primera y se embolsó los máximos trofeos: dos orejas y rabo, con una gran ovación en el arrastre al ejemplar.

Con el que estrenó la tarde, el número uno había dibujado el más bello y puro toreo ecuestre a lomos de ‘Sueño’. Arriesgó con ‘Lío’ frente al buen ‘Canastito’. Ni el pinchazo previo al rejonazo le robó la oreja.

Buena corrida de Capea

Pura fibra, Leonardo apostó con ‘Enamorado’, que trazó hermosinas en la cara del segundo, al que arrancó una oreja. Clavó al estribo con un albino y se amarró las riendas para coronar un par a dos manos. Con raza superior, continuó con violinazos y una rosa unida a una conferenci­a telefónica. Un vendaval se levantó en el cuarto, en el que buscó la conexión con el público sobre ‘Calimocho’ y en las piruetas de ‘Eco’, aunque fue con un tordo con el que partió la pana hasta lograr el doble trofeo. En el sexto, derrochó entrega y sobresalió a lomos de ‘Sol’ y obtuvo dos orejas más. Tuvo el detalle de dar la vuelta al ruedo con el Niño de la Capea, que lidió una notable corrida.

Si el director sueco viera la película que Mia HansenLøve ha hecho en su isla, la vuela por los aires

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// REUTERS El director Nanni Moretti, junto a la actriz Alba Rohrwacher

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