El progreso y el regreso
El ministro está preocupado. ¿Qué tendrá el ministro? Suspira Garzón por una buena chuleta, pero, ay, ¿qué será del planeta? Los pecados de la carne son jurisdicción del ecologismo, religión que agarrota conciencias mientras sacude nuestras carteras. La culpa, el miedo y la penitencia se administran en los templos de Greenpeace. Irene Montero, puritana, joven vieja, sexadora en Iberia, nos impone su moral en asuntos de género; Alberto Garzón, ministro gruñón, quiere reinar en nuestras cocinas, monarca absoluto entre peroles y marmitas. Regular por decreto el estómago, el pensamiento y el fornicio es ahora progresismo. Progresando, progresando, progresando regresamos al pecado, el dogma y el catecismo. diciendo que los graves altercados que se producen durante la celebración de algunos encuentros es cosa de los aficionados a los toros que van al fútbol. «Pa mí» que esta gente en su vida ha estado en un coso taurino.