Redondo pidió al presidente no ser cesado al mismo tiempo que los ministros
El exjefe de Gabinete quería vender una salida voluntaria que no coincidiera con la crisis colectiva
Al gran marketiniano de La Moncloa le ha fallado su último gran acto pirotécnico: vender como una salida voluntaria lo que finalmente ha sido una destitución en toda regla. Y es que Iván Redondo no ha logrado convencer a Sánchez de ello a pesar de habérselo pedido en reiteradas ocasiones. Muy al contrario, el presidente le ha querido incluir en una crisis colectiva de Gobierno que le deja en sociedad como un perdedor más. Nada de privilegios.
Y es que según ha podido saber ABC, ante la inminente remodelación del Ejecutivo, Redondo intentó convencer a Sánchez en numerosas ocasiones de no salir al mismo tiempo que el resto de miembros del Gobierno que iban a ser sacrificados.
Las fuentes aseguran además que una vez que el exjefe de Presidencia daba por hecha su obligada salida, quería que al menos fuese en forma de dimisión, voluntariamente, y que esta se produjera mínimo un par de semanas antes para que nadie lo relacionara con el escarnio general. Por dos motivos, coinciden varias fuentes próximas al exasesor: «uno, personal, porque a nadie le gusta el escarnio de formar parte de una escabechina; y dos, porque ahora su forma de ganarse la vida queda marcada, y cuando intente vender sus servicios de consultoría, esta le ha quedado muy devaluada. Ya nada será igual».
Fuentes socialistas apuntan también que Redondo sabía desde hace meses que había caído en desgracia con el presidente, a pesar de que había negociado anteriormente su posible ascenso en el Ejecutivo. Incluso llegó a apalabrar que subiría en el escalafón para ocupar el Ministerio de la Presidencia, una vez que daba por hecho que una de las sacrificadas en la inminente revolución de carteras sería su titular: Carmen Calvo. Pero el partido, conocido el movimiento, se le echó encima al presidente. Las opciones para Redondo –que pretendía tener más poder contra el propio partido, algo que Sánchez no le permitiría jamás– se evaporaban en ese mismo momento. Más si cabe con el fracaso de la operación «moción de censura en Murcia». Su principio del fin.
Aunque su sentencia, prosiguen las fuentes, fue firmada incluso antes de las elecciones madrileñas del 4 de mayo –en las que los socialistas se hundieron y el candidato Iglesias desaparecía del mapa–. La remodelación del Gobierno –pergeñada entre el propio presidente y otro de los sacrificados, su fiel escudero José Luis Ábalos, que finalmente fue incluido en su propia lista sin saberlos hasta dos horas antes del anuncio del escarnio– se precipitó entonces y cambió los planes de Sánchez que decidió entonces acometer la crisis de Gobierno antes de agosto por las fechas en las que Redondo aseguraba que estaba dispuesto a despeñarse por un barranco por Pedro Sánchez.
Su firme lealtad no le sirvió de nada, «el presi necesita fusibles, o pararrayos, para que se quemen por él. Y el fusible Redondo se ha quemado. Siguiente», dice un socialista conocedor de los motivos de la destitución. Ahora bien, Redondo ni ha sido el primero en salir de esta forma, ni será el último. No en vano, su antecesor en el puesto, Juan Manual Serrano –colocado después por su «amigo personal» Sánchez en la presidencia de Correos por los servicios prestados–, tuvo que marcharse para cederle el puesto a él a pesar de su manifiesta amistada y lealtad con el presidente. Todo por la supervivencia de este. Seguro que ya hay más de una y más de dos grandes editoriales ofreciendo a Redondo una millonada de euros por sus memorias en el Gobierno.