Despeñaderos
Las encuestas apuntan a que el Gobierno andaluz ha superado la parte más abrupta del mandato
EN el entorno de Juanma Moreno crece el convencimiento de que la parte abrupta del camino ya se ha recorrido, y que ahora queda bajar hacia el llano sin tropezarse. El camino es la legislatura, y la parte escarpada no es la pandemia, sino el proceso por el que el Gobierno se ha ganado la confianza de los andaluces. Moreno llegó al poder a comienzos de 2019 con el PP en condiciones precarias —perdió 315.000 votos— y sustentado sobre el delicado apoyo de dos partidos que se despreciaban mutuamente. Lo único que daba cohesión al pacto por el cambio era el compromiso común por pasar página tras 36 años de gobierno socialista. Pero el cambio era un arma de doble filo, porque implicaba gestionar expectativas muy diversas. Así, la zona abrupta de la legislatura transitaba entre dos despeñaderos, el de los mitos de la derecha abonados por el PSOE durante décadas y la amenaza de un cambio decepcionante. Ese camino se ha transitado además con la climatología más adversa que se podía imaginar, la de una pandemia que ha trastocado todas las previsiones económicas.
Dos años y medio después, las encuestas señalan que el trayecto se ha recorrido esquivando ambos barrancos. Juan Espadas tendrá que cambiar el manual electoral de su partido, que ya tenía las páginas gastadas de tanto uso y en el que se anunciaba la hecatombe para el día que gobernase la derecha. Pero ni ha desaparecido la sanidad pública —más bien se han abierto los hospitales que el PSOE mantuvo cerrados—, ni han desaparecido las pensiones o las ayudas sociales, ni se ha disparado la corrupción. La percepción del cambio, el otro gran riesgo, es mayoritariamente positiva. La derecha moderada y amable de Moreno ha trasladado un mensaje de solvencia facilitado por la mínima oposición de Susana Díaz y Teresa Rodríguez, más preocupadas de eludir el fuego amigo que de disparar al rival.
Lo más interesante del Barómetro Andaluz publicado esta semana por el Centro de Estudios Andaluces no es la intención de voto, que dibuja un escenario en mi opinión excesivamente idílico para Moreno, sino otros indicadores muy significativos. El porcentaje de andaluces que cree que la economía va a mejorar ha crecido 30 puntos, y la valoración de la gestión de la Junta 19 puntos. El 59 por ciento piensa que el PP ganará las elecciones, un dato importante porque implica que votantes de la izquierda ya ven como favorito al actual presidente. Dirigentes socialistas han puesto en duda la credibilidad del Barómetro, pero lo cierto es que viene a ratificar la tendencia que apuntaban otros estudios demoscópicos privados. A punto de encarar la recta final del mandato y con Espadas en el kilómetro cero de su estrategia, la impresión que transmiten las encuestas es que al PP le basta con no cagarla, si permiten la expresión escatológica. La cual es una hipótesis que, tratándose de los populares, no conviene descartar.