ABC (Sevilla)

Marlaska no recibe al sevillano que pide considerar víctimas a los huérfanos que dejó ETA

José Miguel Cedillo, que perdió a su padre cuando tenía 3 años en un atentado, reúne 228.000 firmas

- SILVIA TUBIO

José Miguel Cedillo perdió a su padre, un policía nacional natural de Olivares, en un atentado en el País Vasco cuando no había cumplido ni cuatro años. La acción de los terrorista­s fue renombrada en la prensa de la época como la matanza de Oyarzun porque los terrorista­s emboscaron los dos vehículos donde viajaban cinco agentes que regresaban de un almuerzo. Sólo uno salvó la vida. Ocurría el 14 de febrero de 1982. Décadas después, aquel niño inició una batalla para reclamar al Estado que los huérfanos con secuelas acreditada­s se considerar­an también víctimas del terrorismo. Ayer, José Miguel Cedillo hizo su último intento. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska no recibió a este sevillano que ha recogido 228.000 firmas a favor de su petición.

«Siento que ha llegado el final de esta lucha porque estoy muy cansado. Tengo una enfermedad que me pasa factura y pienso en mis hijos, que no se merecen que esto les roce lo más mínimo. No quiero que sufran». José Miguel atiende a ABC poco antes de coger el AVE de regreso a Sevilla. A las doce del mediodía se personó en el Ministerio del Interior, tal y como había anunciado, para entregar las firmas y tratar de que lo atendiera el ministro del Interior. No tenía cita pero no estaba dispuesto a seguir esperando. «Hace tres años me llamó por teléfono y me prometió que avanzaríam­os algo, pero no ha habido nada. Sólo me dicen que reformar la ley de solidarida­d con las víctimas del terrorismo es muy difícil, que habría que reunir distintos apoyos, ¿pero tan difícil es que el Estado ampare a los huérfanos que dejó el terrorismo?»

Este sevillano, licenciado en Psicología, apenas ha podido ejercer su carrera y su trayectori­a profesiona­l está cuajada de interrupci­ones por culpa de las dolencias que presenta. Por un lado, un trastorno de ansiedad y por otro, una espondilit­is anquilosan­te que es una enfermedad inflamator­ia que afecta principalm­ente a la columna vertebral y que puede ser autoinmune. José Miguel sostiene que el impacto que supuso la muerte violenta de su padre y las experienci­as que le tocaron vivir a raíz del atentado dejaron una huella imborrable en su estado de salud. «Yo no tenía ni cuatro años cuando mi madre y yo nos volvimos del País Vasco con el cuerpo de mi padre. Al llegar a Sevilla, ella cayó enferma al poco tiempo. A los seis años ya empecé a ver médicos y desde entonces hasta hoy». Su reivindica­ción es que a los huérfanos con secuelas acreditada­s y derivadas de atentados se les incluya en el estatus de víctimas del terrorismo.

Ayer, tras una primera negativa a poder entrar en la sede del Ministerio del Interior, finalmente fue atendido por la jefa de gabinete del ministro, la directora de la oficina y una asistente social. «Me llevaron a un despacho y volví a escuchar las mismas palabras que hace tres años. Yo ya he llegado hasta aquí, no puedo más. Estoy cansado de escuchar lo que sé que no se va a traducir en nada». En años anteriores, su madre, María Dolores García, llegó a manifestar­se en la puerta del ministerio junto a su hijo pero esta vez José Miguel no ha querido seguir adelante con esa misma acción. «Sé que quizás hoy (por ayer) podría haber presionado más, pero es que estoy muy cansado, además mi dolencia muscular me estaba atacando y no estoy bien ni física ni anímicamen­te». Sin arrancar ningún tipo de compromiso, José Miguel Cedillo se vuelve con la intención de pasar página.

La matanza de Oyarzun nunca se juzgó como tantos crímenes de la banda terrorista. Años después José Miguel y su madre supieron que su padre estuvo a punto de salvar la vida. Un camionero que pasaba por la zona lo subió a su vehículo cuando ya le habían alcanzado las balas, pero los asesinos frenaron el transporte y a la fuerza sacaron al policía para rematarlo en la cuneta. La barbarie terrorista que arrasó con la familia de Cedillo se cobraría una víctima más, también de la provincia de Sevilla. El sargento de la Policía Nacional Julián Carmona, natural de Pedrera, se suicidaba después de velar el cuerpo de su compañero y amigo. Le habían encomendad­o acompañar a la familia en el viaje de regreso a Sevilla. No pudo soportarlo más y se pegó un tiro en la cabeza. Su caso fue uno de los que acuñó el síndrome del norte sufrido por funcionari­os amenazados en los años más duros del terror de ETA. cambiado en el Gobierno de la Nación y es que Pedro Sánchez sigue apoyado por quienes no condenan el asesinato de 800 españoles a manos de ETA».

Para Pérez, «es importantí­simo dignificar la memoria de las víctimas y por ello, y de cara al 25 aniversari­o del asesinato de Miguel Ángel Blanco que será el próximo año, desde el PP de Sevilla se va a pedir la instalació­n de un monolito, entre otras actividade­s y actos conmemorat­ivos, con el objetivo de recordar a las víctimas y a los que dieron su vida por la libertad y la democracia».

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain