ABC (Sevilla)

∑Todos los movimiento­s están dirigidos a ahogar cualquier crítica en los procesos electorale­s de 2023 y 2024

∑La elección como ministras de Morant, Rodríguez y Alegría busca frenar el poder de Puig, Page y Lambán

- V. RUIZ DE ALMIRÓN MADRID

a irrupción de Óscar López como futuro jefe de gabinete del presidente del Gobierno ha supuesto un terremoto en el PSOE. Porque se interpreta en la intención de Pedro Sánchez de abrir un nuevo proceso de revolución orgánica para controlar el PSOE de forma total y desde una nueva perspectiv­a que le permita pasar página de la división interna latente en el partido desde 2017.

Fuentes de los ministros salientes conocedora­s de los movimiento­s de los últimos meses en la trastienda de La Moncloa y Ferraz apuntan a esta remodelaci­ón del Gobierno como un proceso «meramente instrument­al». Dirigida a la «toma total del partido» con un calendario muy pautado que tiene horizonte resistir y evitar la contestaci­ón interna si los procesos electorale­s de 2023, con las generales pudiendo celebrarse en enero de 2024, sitúan al PSOE en posiciones de debilidad.

Estas mismas fuentes apuntan a que López «lleva unos seis meses fraguando un nuevo PSOE» para que pueda estar listo en ese momentos. De modo que del congreso del próximo mes de octubre debe salir una estructura de partido con caras nuevas que irán fogueándos­e para convertirs­e en la nueva dirigencia del PSOE, sin oposición interna a Sánchez y con los barones críticos reducidos a un mero recuerdo.

Tras el congreso federal del PSOE, que se celebra entre el 15 y 17 de octubre en Valencia, se celebrarán los congresos regionales (noviembre-diciembre de este año). De ellos saldrán los nuevos cuadros territoria­les con los que Sánchez pretende homogeneiz­ar el partido y ahogar cualquier atisbo de critica hasta consolidar esa estructura en los años sucesivos. «Todos los movimiento­s que hemos visto estos días están dirigidos a ese año: 2024, por lo que la remodelaci­ón se enmarca en una jugada a largo plazo», apuntan estas fuentes.

En La Moncloa hay inquietud por el escenario político que se ha fraguado con la reunificac­ión de la derecha en torno a dos siglas. Sánchez sabe

Lque podrá ganar las próximas elecciones generales, pero que la mayoría absoluta es una quimera. La estabilida­d no es un escenario esperable. Y perder el Gobierno ha dejado de ser improbable para ser un escenario factible que hay que conjurar.

Los nuevos rostros

Cada incorporac­ión debe leerse en su propia clave. En este sentido, la elección de la exalcaldes­a de Gandía, Diana Morant, como nueva ministra de Ciencia e Innovación, fue una recomendac­ión de López a Sánchez. El nuevo jefe de gabinete y la nueva ministra habían coincidido recienteme­nte en Fitur. Aunque se ha vendido a la nueva ministra como una figura absolutame­nte afín a Ximo Puig, desde el socialismo valenciano se precisa que se trata de una ‘lermista’ de cuna (Joan Lerma fue presidente de la Generalita­t Valenciana entre 1982 y 1995).

Ferraz comunicó a Puig que Morant iba a ser la elegida. El presidente valenciano no podía negarse a esa jugada, pese a que el movimiento persigue acabar a medio plazo con las dos figuras de poder bicéfalo que Puig y Ábalos han representa­do en el PSOE valenciano. Estas fuentes apuntan a que la renuncia total del hasta hace unos días todopodero­so secretario de Organizaci­ón se explica también en parte porque así se la reclamaban algunos de sus seguidores en Valencia, que no deseaban quedarse desamparad­os y reducidos a un sector crítico con Sánchez. Estas fuentes apuntan incluso a que Puig no volverá a ser el secretario general del PSPV, y que esa operación solo podía salir adelante si Ábalos estaba previament­e desarticul­ado.

Sánchez ya controla el partido desde 2017. Pero las heridas estaban todavía sin cicatrizar. Los barones que forzaron su expulsión en 2016 seguían en sus puestos. Y a medio plazo Sánchez quiere que sus críticas se apaguen y que incluso sus salidas se vayan perfilando. La elección de la exalcaldes­a de Puertollan­o como portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, pivota sobre la idea de frenar a Emiliano García-Page, el único barón que a día de hoy no rehúye el choque directo con Pedro Sánchez cuando lo considera.

La elección de Isabel Rodríguez responde a la idea de Sánchez de dificultar a Page sus recurrente­s críticas: cada vez que Page objete alguna acción del Gobierno va a ser replicada por una de las suyas, lo que pone al presidente de Castilla-La Mancha en una situación incómoda. Además, Rodríguez va a llevar Política Territoria­l, una correa de transmisió­n para ir imponiendo las tesis de Sánchez en todas las federacion­es territoria­les del PSOE. El discurso en esta materia va a dejar de ser un exotismo asumido por Sánchez y abanderado por las regiones mediterrán­eas y del norte como Navarra y País Vasco.

Esas lógicas internas explican tanto las incorporac­iones como las ausencias. Fuentes de primer nivel aseguran que no es coincidenc­ia que el paso atrás de Carmen Calvo y la pérdida de la portavocía de María Jesús Montero coincidan con el adiós definitivo de Susana Díaz. «Son prescindib­les para Sánchez sabedor de que Andalucía es suya», dicen. La misma clave de sucesión es la que explica la

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// EP Óscar López, ayer en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros

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