En cifras
El presupuesto de esta edición supera los 300.000 euros. En la de 2019, la última antes de la pandemia, presentó más de 125 artistas de treinta países. Asistieron más de 10.000 personas y 1.400 profesionales. El impacto económico en la ciudad lo cifra el Ayuntamiento en dos millones de euros.
En cualquier caso, Carreto destacó que el festival se muda a un espacio «con todas las prestaciones» y que no usarán como mero contenedor, sino que lo prepararán, con ayuda incluso de artistas contemporáneos con el objetivo de que acudir al Monkey Week sea toda «una experiencia».
«Vamos a intentar generar todo ese movimiento que había en la Alameda dentro del Cartuja Center Cite, que es uno de los mejores espacios escénicos que hay en Sevilla», añadió, el codirector, quien a pesar del traslado no quiere que el festival pierda su vinculación con el céntrico bulevar.
Más de 300.000 euros
Para la decimotercera edición hay confirmado ya un cabeza de cartel: la banda estadounidense Black Lips, toda una referencia en la escena del ‘garage’ gracias a una actitud que combina desafío punk y directos sin concesiones. En el Monkey Week presentarán el 20 de noviembre su bizarra aproximación al country de ‘Sing In A World That’s Falling Apart’ (2020).
Carreto señaló, además, que el festival, que tiene un presupuesto de más de 300.000 euros, no tiene previsto pedir una PCR a las personas que quieran acceder al recinto, como han hecho recientemente certámenes como el Cruïlla, por cuanto el Monkey Week no es «tan masivo».
Junto al circuito de ‘showcases’, cuya convocatoria se abrió ayer, el Monkey Week mantiene su faceta de encuentro profesional del sector de la música, que aspiran a que sea presencial, tras la última edición ‘online’ obligada por la pandemia. El lugar donde se celebrarán estas jornadas está, sin embargo, por definir.