ABC (Sevilla)

Todo empezó porque Claudia tenía que hacer un trabajo de clase y, cuando buscaba inspiració­n, su abuela le ofreció las viejas grabacione­s

La estudiante de Bellas Artes descubrió unas cintas que su abuela grabó en China y que iba a tirar a la basura. Con ellas hizo un cortometra­je, ‘El viaje, 1988’, que ha sido selecciona­do y se estrenará en el prestigios­o festival francés

- ALDARA DIÉGUEZ SANTIAGO

Claudia Pineda nació en Estados Unidos y vivió en El Salvador, de la mano de su familia paterna, hasta los siete años. Llega entonces a Mallorca, donde permanece pese al traslado de sus padres a Nicaragua. Pisa Granada cumplidos los 18 y con una carrera por delante, Bellas Artes, pero la deja atrás para volar en solitario: trabaja en Asia, realiza autostop en Australia e incluso navega cuarenta días por el Índico mientras trabaja en un velero de trece metros cuadrados. «En medio del océano te das cuenta de lo pequeñitos que somos. No sé si repetiría, pero fue el viaje que más me marcó». Al preguntarl­e por su vida, ahora en Pontevedra, su respuesta sorprende: «Estoy aprendiend­o muchísimo, quizás porque sé que es donde quiero estar».

Pineda lleva poco tiempo en Galicia, y menos aún en el mundo audiovisua­l. «Acabo de descubrirl­o, yo no he estudiado cine», ríe al teléfono la estudiante de Bellas Artes. Lo que empezó siendo un trabajo para clase, se estrenará en Cannes esta semana. «Si llego a saber que esto llegaría tan lejos, quizás lo habría currado un poco más», bromea la artista, que tras presentar el proyecto a un festival de La Coruña, y ser selecciona­do, tuvo que rehacerlo íntegramen­te porque se le estropeó el ordenador. Ahora, ‘El viaje, 1988’ ha sido selecciona­do por el Instituto de la Cinematogr­afía y de las Artes Audiovisua­les (ICAA) para participar en el festival francés de mayor prestigio.

El cortometra­je muestra el viaje que la abuela de Claudia hizo a China en 1988. Es un viaje extraño para la época, pues el país iniciaba su apertura al capitalism­o y miraba por primera vez hacia Occidente. «Sus amigos tenían una compañía de vuelos y le preguntaro­n si le interesaba un viaje piloto. Mi abuela siempre ha sido una apasionada del viaje, pionera en ese sentido, así que allí se fue con su cámara» relata Pineda. «Eran viajes casi experiment­ales, rocamboles­cos, no volaban más de veinte personas».

Las imágenes, procedente­s de cintas Hi 8, se suceden «según me iban saliendo», detalla Pineda, hasta encontrar «una reflexión, un ensayo personal sobre el viaje». El proyecto se realiza íntegramen­te sobre metraje encontrado, pero reinterpre­tado con montaje, voz y música.

La historia de su abuela estuvo a punto de terminar en un vertedero de Mallorca. Claudia buscaba inspiració­n para su proyecto de clase cuando su abuela le dijo que iba a tirar unas viejas cintas y que podía verlas para inspirarse. Entre ellas había «destinos de todo tipo, pero el que más me sorprendió es el que ponía China-1988. ‘¿Cómo vas a tirar esto, abuela, si es un tesoro?’», relata Pineda. «Ahí surgió la idea y todo empezó a funcionar».

Claudia agradece a su familia «poco convencion­al» la pasión por el viaje. «Desde que he estado en la barriga de mi madre me he estado moviendo. Tengo miedo a estar quieta», sonríe. Lejos de la bella vida viajera, la artista se ha movido «ahorrando, trabajando de lo que fuese» y siendo «la verdad, a veces algo temeraria», admite. «Siento que tengo muchos hogares, y a la vez ninguno. Que los voy creando».

El siguiente hogar quizás sea Cannes. Pese a los kilómetros que lleva a la espalda, en este caso está «un poco nerviosa». Enseguida carraspea y rectifica: «Bueno, bastante, no voy a mentir. Cuando llegue, empezaré a creérmelo. Ahora aún lo estoy asimilando».

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