ABC (Sevilla)

Chamizo, entre sus dos tierras

- ANTONIO BURGOS

EGuareña y Guadalcana­l se unen para conmemorar el centenario de su obra más conocida, «El miajón de los castúos»

XTREMADURA y Andalucía se van a unir para honrar la memoria de un poeta que perteneció a ambas tierras: Luis Chamizo, nacido en Guareña (Badajoz) en 1894, pero muy vinculado a Guadalcana­l (Sevilla), donde vivió más de veinte años, donde se casó, nacieron sus cinco hijas y ocupó durante un tiempo el cargo de alcalde. Guareña y Guadalcana­l se unen ahora para conmemorar el centenario de la obra más conocida de Chamizo, «El miajón de los castúos», con un extenso programa de actos, presentado­s ayer en nuestra Diputación.

Poeta de Extremadur­a, con Extremadur­a, por Extremadur­a, tanto en su extensa obra lírica como en su abundante producción teatral, que se sigue representa­ndo y en la que Extremadur­a se ve retratado como en un espejo de su propio ser, de su esencia. Era Chamizo extremeño por los cuatro costados y por todos los puntos de su pluma y así se trasluce en su obra. Hijo de alfarero, con el barro de su tierra extremeña amasó y torneó la tinajería lírica de «El miajón de los castúos», su gran cantata a su tierra. «Rapsodias

Fe de ratas extremeñas» la subtituló. Poeta del pueblo sin demagogias pero con mucha verdad, supo tratar como nadie, y «en castúo», en su propia lengua, el realismo de los temas eternos de los pueblos y de los campos, de los sentimient­os y de las esperanzas de sus hombres, quizá adelantánd­ose en muchas décadas a la que en los años 50 del siglo XX habría de ser llamada «poesía social». Es social toda la poesía, todo el teatro, toda la obra de Luis Chamizo, porque nada del hombre de su tierra le es ajeno. Y, además, con una voluntad digna de todo encomio en su voluntad dialectal de elevar a categoría lírica de lengua literaria su habla extremeña, la de su Guareña, la que aprendió en sus mayores o en sus viajes por su región.

No se le ha dado a Luis Chamizo, y aprovecho la ocasión de esta biografía y estos actos, su verdadera dimensión de poeta social, por encima de etiquetas políticas falsas e interesada­s que han intentado ponerle. Luis Chamizo o la verdad suprema de los campos y de los pueblos extremeños a los que prestó una voz personalís­ima que todos hicieron suya, porque en ella se veían reflejados. Estos actos de Guadalcana­l y de Guareña descubrirá­n al hombre libre y trabajador, emprendedo­r e ilusionado, que había detrás de aquellos versos que han pasado ya a nuestra mejor tradición oral, de esas obras teatrales que se siguen representa­ndo como símbolo y signo de su tierra. Y el libro «Recuerdos sobre la vida de mi padre: el legado de Luis Chamizo», escrito por su hija María Luisa y su nieta Marisol Zelaya, nos descubrirá a un Luis Chamizo de verdad, sin tópicos. Y todo, gracias a la veneración y al tenaz y abnegado trabajo de tantos años de su hija Marisa y de su nieta Marisol Zelaya Chamizo. Hija y nieta han sido como las sacerdotis­as vestales que, contra viento y marea, contra incomprens­iones y adversidad­es, han mantenido la llama sagrada de la memoria y de la obra de Luis Chamizo, el poeta de los rojos barros extremeños que encontró el amor en la morena sierra de Sevilla.

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