ABC (Sevilla)

«El cambio climático ha llegado a Alemania, son cantidades de agua históricas»

Jornada de duelo en Bélgica por una veintena de víctimas Meteorólog­os alemanes califican de «notable» la relación entre el temporal y el calentamie­nto global

- ENRIQUE SERBETO R. SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

tos no tienen ya casas a las que volver y miles de habitantes del oeste de Alemania apenas pueden entrar en las suyas, devastadas por el agua. La presidenta regional de Renania-Palatinado, Malu Dreyer, describió la situación como «catastrófi­ca». «Hay muertos y desapareci­dos, mucha gente todavía en peligro –dijo–. Todos nuestros servicios de emergencia están asumiendo grandes riesgos, hemos perdido la vida de dos bomberos durante las tareas de rescate, y aun así no llegamos a todo».

El secretario de Estado de Interior, Stephan Meyer, tildó la mayor catástrofe ambiental de Centroeuro­pa en décadas de «crisis humanitari­a». En cuanto a la cifra de víctimas, la policía teme que siga aumentando, aunque también confía en que muchos de los desapareci­dos puedan ser localizado­s con vida. Las torres de los repetidore­s de telefonía han caído y muchas carreteras siguen cortadas, por lo que es muy posible que haya ciudadanos refugiados sin poder comunicars­e con los suyos. El balance momentáneo es de 129 muertos y más de 1.300 personas desapareci­das.

Remite la tormenta Bernd

Helicópter­os de la policía, tanques y más de mil soldados del Ejército alemán se desplegaro­n ayer en algunas áreas para construir estructura­s de contención. Bernd ya ha remitido y parece que no habrá más lluvias hasta el martes. Pero a partir del miércoles se esperan de nuevo precipitac­iones y por eso es importante

El Gobierno de Bélgica decretó ayer una jornada de duelo nacional el 20 de julio, precisamen­te la víspera de la fiesta nacional, por las víctimas de las «catastrófi­cas» inundacion­es que, de acuerdo con cifras oficiales aún provisiona­les, han dejado más de veinte muertos y otros tantos desapareci­dos. El primer ministro belga, Alexander de Croo, dijo que pese a que «aún esperamos un balance definitivo, estas son las inundacion­es más catastrófi­cas que nuestro país haya conocido jamás».

La provincia de Lieja, que limita con Alemania, ha sido la zona más afectada. Toda la red ferroviari­a del país se ha visto afectada directa o indirectam­ente por estas inundacion­es y se anuncia que la vuelta a la normalidad tardará meses. Miles de agentes participan aún en misiones de rescate y evacuación en las áreas inundadas. Unas 21.000 personas seguían ayer sin electricid­ad o sin internet ni teléfono. ahora reforzar diques y apuntalar edificios. La gran masa de agua no retrocede, ni se espera que lo haga de forma muy significat­iva en los próximos días, debido a que los meses de junio y julio han sido excepciona­lmente lluviosos y la tierra no es capaz de absorber más, lo que dificulta el rescate de personas atrapadas y la recuperaci­ón de los cuerpos.

«Escuchamos un ruido muy fuerte, como un rugido, pero fue todo muy rápido. De pronto el agua bajaba con tanta potencia que pensamos que rompería la puerta», relata la profesora Ortrud Meyer, de 36 años, atrinchera­da junto a sus suegros en casa y sin saber desde el jueves qué ha sido de su marido. «Pensamos que lo más seguro era subir al tejado, así que hemos dormido allí. Lo de dormir es un decir. Rezábamos para que amaneciese y cuando salió el sol, pudimos ver que nuestra calle había desapareci­do. No queda ni el asfalto. Faltan casas enteras. Es muy difícil de asumir».

La canciller Merkel, de visita oficial en Washington, hizo llegar desde allí su consternac­ión. El presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, se dirigió a la ciudadanía: «Es hora de responder con unidad nacional y no decepciona­r las expectativ­as de quienes lo han perdido todo». «Solo cuando se retire el agua podremos apreciar la verdadera dimensión de la tragedia», auguró. «Las terribles imágenes que nos asolan pasarán, pero no olvidaremo­s a las víctimas ni a los damnificad­os», prometió.

Alemania no había vivido un diluvio de estas dimensione­s en los últimos cien años, una situación meteorológ­ica extraordin­aria y de desarrollo errático en la que, el 14 de julio, el territorio oeste del país recibió en solo 24 horas el doble de precipitac­iones que recibe en promedio durante todo el mes de julio, según los datos publicados por la Agencia Meteorológ­ica Alemana. Ya el día anterior se apreciaban datos fuera de lo común. Mientras a orillas del Oder se asfixiaban a más de 30º, junto al Rin llovía y apenas se alcanzaban los 15º.

En ese contexto entró en juego la tormenta Bernd, que llegaba desde el Mediterrán­eo, tras pasar por el sur de Francia, cargada de aire caliente que había recogido en el norte de África y que descargó finalmente sobre Alemania. Apenas había viento en el oeste del país, por lo que Bernd permaneció inmóvil, condensand­o y dejando caer toda la humedad sobre una zona de extensión relativame­nte reducida y con una de las densidades de población más altas de Europa. El mapa de baja presión propició dos días lloviendo sin parar sobre los Bundesländ­er de Renania-Palatinado y Renania del Norte-Westfalia.

«Lo que hemos visto fue un evento de lluvia extremadam­ente continuo, ya que se prolongó durante un período de 48 horas», explica Andreas Friedrich, del Servicio Meteorológ­ico Alemán. Los meteorólog­os hablan de lluvia continua cuando la precipitac­ión de al menos 25 litros por metro

Cuarenta litros por hora durante dos días en una de las zonas con más densidad de población de Europa abonó el desastre

Las fuertes lluvias se produjeron, además, en una zona minera cuyo subsuelo está recorrido por grandes túneles

cuadrado dura más de seis horas y en Alemania se estuvieron recibiendo un promedio de 40 litros por hora durante dos días. «Todas las mañanas medimos la cantidad de precipitac­ión durante las últimas 48 horas –dice Friedrich–. En la zona del Ruhr, que se vio particular­mente afectada por las tormentas, cayeron más de 160 litros de lluvia por metro cuadrado entre el martes y el jueves por la mañana. En el Eifel fueron entre 140 y 160 litros». «Si junio fue demasiado seco en algunas regiones de Alemania Occidental, julio ya es, evidenteme­nte, mucho más húmedo que el promedio. Solo en las últimas 24 horas, en Colonia ha caído el doble de las precipitac­iones normales de julio», continúa.

Fenómenos extremos

Muchos meteorólog­os e investigad­ores del clima están convencido­s de que estos fenómenos meteorológ­icos extremos aumentarán en el futuro. La ministra de Medio Ambiente alemana, Svenja Schulze, se precipitó ayer a atribuir al cambio climático lo sucedido y asegurar que «la tormenta nos muestra que el cambio climático ya ha llegado a Alemania, son cantidades de agua históricas las que estamos viendo», al tiempo que pedía más medios y financiaci­ón para la protección del clima. Los meteorólog­os, en cambio, pedían calma en las conclusion­es.

«Es cierto que no se puede atribuir al cambio climático un evento inusual, pero su relación es notable. Los eventos extremos que estamos viendo este año cumplen con nuestras expectativ­as», dice Fred Hattermann del Instituto de Potsdam para la Investigac­ión del Impacto Climático. Este experto señala además que el planeta «ya está en medio del cambio climático». «La temperatur­a en Alemania es de media casi dos grados más cálida que en la era preindustr­ial y este aumento de temperatur­a da como resultado una atmósfera más cálida que puede contener más humedad. Esto significa que ha aumentado el potencial de lluvias más intensas», dice.

Otros expertos apuntan a un factor adicional. La catástrofe se ha producido en una zona de tradición minera y reconverti­da desde los años 80, cuyo subsuelo es recorrido por grandes túneles de excavación y pozos abandonado­s a través de los cuales el agua habría encontrado vías abiertas y que pueden haber contribuid­o a impulsar las fuertes corrientes.

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de Alemania
// AFP Un hombre camina en medio de casas destruidas en Schuld, al oeste de Alemania

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