ABC (Sevilla)

Los expertos recomienda­n ir andando o en bici, usar el transporte público o poner los electrodom­ésticos a horas que no molesten

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mer caso se proponen zonas donde el tráfico debe reducir su velocidad, vetar cierto tipo de vehículos más ruidosos o establecer peatoniliz­aciones para eliminar el tráfico como fuente de contaminac­ión acústica. Además, la normativa ofrece no autorizar la puesta en marcha de actividade­s comerciale­s que provoquen más ruido así como favorecer los comercios menos contaminan­tes acústicame­nte.

En el caso de las zonas acústicame­nte saturadas las limitacion­es son mayores. Así, la Junta permite prohibir o limitar los veladores de bares y restaurant­es, prohibir el tráfico rodado, dejar de otorgar licencias de negocios de ocio nocturno y limitar horarios de los que están abiertos.

Silencio de noche

La normativa de la Junta establece además que desde las once de la noche y hasta las siete de la mañana «no se permite ningún exceso» ni de ruido ni de vibracione­s con respecto a los límites fijados por el decreto. Sí que es posible, bajo algunas circunstan­cias, pasarse en cinco decibelios sobre esos topes. Además, la planificac­ión territoria­l y urbanístic­a deberán tener siempre presente los límites y condicione­s que marca la nueva normativa, explica el decreto.

Huelva y Almería son las ciudades donde menos ruido hay de Andalucía y Sevilla y Málaga, las más ruidosas. Así lo perciben los andaluces consultado­s en el trabajo de investigac­ión ‘Evaluación de la contaminac­ión acústica de Andalucía II’ del profesor Juan Carlos Checa y el catedrátic­o emérito Fernando Fernández, de la Universida­d de Almería.

Explica Checa que su estudio recoge la percepción de los andaluces sobre el ruido «antes, durante y después de los confinamie­ntos», lo que arroja datos «muy interesant­es». El principal, destaca, es que la gente se queja de lo mismo cuando estuvo encerrada y ahora: «Las principale­s molestias son por el tráfico, por las obras públicas y por las obras de los vecinos».

En el estudio se ve cómo quienes viven cerca de grandes nodos comunicati­vos —con estaciones de tren, bus, aeropuerto­s o autopistas cerca— conviven con una mayor tasa de ruido y, por lo tanto, de contaminac­ión acústica.

Hablar a gritos

Además, señala el investigad­or, hay un cuarto factor que molesta a los andaluces y, a la vez, es parte de su cultura. «Hablamos muy alto. Mucho. Y eso se ha notado sobre todo con el confinamie­nto, porque había menos ruido». Para Checa, esto es algo propio no solo de los andaluces, «sino de los latinos en general».

La contaminac­ión acústica, que puede percibirse solo como una molestia, tiene serias repercusio­nes en la salud, explica Checa. Tanto que provoca «insomnio, falta de concentrac­ión en el trabajo, problemas físicos... no es una cuestión baladí. Es muy muy importante». Hay veces, indica este investigad­or, que alguien puede sufrir esos problemas y no ser consciente de que la fuente de los mismos está en la contaminac­ión acústica.

¿Y qué puede hacer cada andaluz para evitar ser parte del problema? En el estudio de la Universida­d de Almería con la colaboraci­ón de la Fundación Unicaja, recomienda­n acciones como usar el transporte público, desplazars­e andando o en bicicleta o poner los electrodom­ésticos a horas en las que no moleste tanto el ruido. «Esto último ahora es un poco más complicado porque justo por la noche es más barato usar la electricid­ad», reconoce Checa, que sí que anima a evitar poner la música muy alta o gritar por la calle.

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