Albert Rivera, una vida feliz fuera de la política: «No va a volver»
∑Varias personas de su entorno más cercano descartan «al cien por cien» su regreso «en el corto o medio plazo»
El 11 de noviembre de 2019, el día que Albert Rivera dimitió tras la debacle electoral del 10-N, el expresidente de Ciudadanos entonó una declaración de intenciones: «La vida es mucho más que la política». Prometió entonces, en un discurso cargado de emotividad que penetró en el ambiente de una desolada sede, que iba a ser «mejor padre, mejor hijo, mejor amigo y mejor pareja». Y en esas está.
Quienes mejor lo conocen fuera de su núcleo familiar, sus amigos y excompañeros bregados juntos en tantas batallas, coinciden en lo fundamental: no creen que vaya a regresar a la política, al menos, «en el corto y medio plazo». Solo la prudencia a la que obliga el refranero español –«Nunca digas de esta agua no beberé ni este cura no es mi padre»– les impide cerrar esa puerta por completo.
La semana pasada, la intención del PP de que Rivera participe en su convención nacional de octubre disparó los rumores de una posible incorporación a filas populares para hacer frente común al sanchismo. «Especulación más que realidad», sentencia una persona que lo conoce bien, que destaca lo satisfecho que está en su nueva etapa.
Lo cierto es que el catalán, a sus 41 años, está redescubriendo una vida a la que renunció muy joven para echarse sobre sus espaldas un proyecto político combativo frente a las imposiciones nacionalistas y las cesiones bipartidistas. Un golpe de suerte fruto del azar –fue elegido primer presidente de Cs por orden alfabético–, pero que le mantuvo trece años entregado en cuerpo y alma a «servir a su país».
Vuelta a la abogacía
Abogado de profesión, estudió Derecho en la Universidad Ramon Llull, Rivera cumplió una promesa que formuló en incontables ocasiones. Meses después de su adiós, en marzo del 2020, Rivera regresó a su actividad profesional y anunció su incorporación al despacho de abogados Martínez-Echevarría, hoy rebautizado como Martínez Echevarría & Rivera, y se llevó con él a su mano derecha, José Manuel Villegas, ex secretario general de Cs.
Ahora, sostienen todas las fuentes consultadas por ABC, el expolítico está feliz y motivado con su trabajo, que compagina con la docencia en el Instituto de Liderazgo y Formación Política del Centro de Enseñanza Superior Cardenal Cisneros, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid.
«Está viviendo muy bien a nivel profesional, desarrollándose, aportando ideas, tiene libertad y se ha quitado de encima la losa de tener que rendir cuentas constantemente ante la opinión pública», comenta una allegada a Rivera. En el bufete de abogados, añade otra fuente, explota además una de sus principales virtudes: su enorme capacidad para «seducir» y «atraer talento». Algo que ya demostró con creces en Cs con su política de fichajes de perfiles de la sociedad civil.
«Gana veinte veces más»
A esto, distintos excompañeros de Rivera agregan el factor económico. «Está ganando veinte veces más de lo que ganaría en política», apuntan en su entorno. «Está encantado. Durante quince años no ha tenido fines de semana y ha ganado sueldos ridículos en comparación con el de ahora», apostilla
// JAIME GARCÍA otra voz autorizada.
En su día a día, Rivera suele trabajar en Madrid, en la oficina que la firma tiene en la capital, pero también viaja con frecuencia. Especialmente a Málaga, cuna del bufete, a la que puede ir una o dos veces por semana. Con menos asiduidad se mueve por otros puntos de Portugal y de España cuando se cita con algún cliente.
Al plano laboral se une la vertiente personal. «Ha descubierto que hay vida social», bromea un amigo suyo, que expone que desde los veintiséis años, edad con la que asumió el mando de Cs, había sacrificado muchas parcelas vitales por el partido. Ahora, visita con más frecuencia a sus padres, ve más a su hija Daniela –la mayor– y disfruta del tiempo con su pareja, la cantante Malú, y con su hija Lucía, que el martes día 6 cumplió un año. Les gusta escaparse a la costa portuguesa.
Mantiene relación y amistad con varios de sus antiguos compañeros. Especialmente, con Villegas, Juan Carlos Girauta, Fran Hervías, Marcos de Quinto o Fernando de Páramo, entre otros, pero también conserva el vínculo con personas que siguen en Cs como Begoña Villacís, Miguel Gutiérrez y Guillermo Díaz. Con otros, como el exvicepresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio Aguado, siempre quedará su pasión compartida: la natación y los deportes acuáticos.
Relación con su núcleo duro
Con sus más cercanos, quienes formaron parte de su cúpula más estrecha y abandonaron con él sus responsabilidades orgánicas, queda a comer o a cenar cada cierto tiempo, cuando cuadran agendas. Pero sobre todo conversan por teléfono o chatean por WhatsApp. «Hablamos de todo menos de política», dicen algunos de ellos, que subrayan que ante todo permanecen las relaciones personales. Aunque haya anécdotas del día a día, como la penúltima metedura de pata del Gobierno, que se cuelen entre charlas. Con quienes sí que no habla de política, salvo que le requieran consejo en alguna ocasión, es con quie