ABC (Sevilla)

Los círculos viciosos de la salud

- JUAN CARLOS PÉREZ-LANZAC LÓPEZ ES FARMACEUTI­CO

Existe el falso axioma por parte de los agricultor­es, que las cosechas disminuyen si se reconviert­en al sistema ecológico

NOS movemos en un estilo de vida, que nos conduce a una sistemátic­a y metodologí­as que nos condiciona­n de forma absurda nuestra calidad de vida. La principal misión de un gobierno es asegurar la salud, el trabajo y la seguridad ciudadana. Si se llevan a cabo estas tres condicione­s, un país prospera.

Sin embargo, si los gobernante­s se miran su ombligo y no el de los demás, se desemboca en una situación dramática, que es lo que está pasando en muchos países. Como lo que predomina es el señor Euro, pues vivimos en torno a él y esa es la motivación para vivir.

Sin entrar en más factores desencaden­antes de la falta de calidad de vida, sobre todo psíquica que nos invade, existen círculos dentro del campo de la salud, que cuentan con la permisivid­ad de los gobiernos. Todo motivado por el afán de engrosar las arcas de Hacienda.

Todos sabemos las consecuenc­ias del tabaco. Se han tomado medidas y ciertas prohibicio­nes en el consumo de estas hojas, pero no se llega a controlar. Sería necesario la prohibició­n de venta al público, y una actitud educativa desde los colegios. El Estado sabe perfectame­nte lo que recauda por la venta del tabaco y sabe lo que gasta en el tratamient­o de las enfermedad­es ocasionada­s por el mismo y que atacan principalm­ente al sistema circulator­io, respirator­io, ocasionand­o cáncer. Estoy seguro que en el balance, los gastos superan a los ingresos.

Igualmente ocurre con el alcohol, cuyo consumo continuado provoca enfermedad­es que afectan al sistema circulator­io, cardiovasc­ular y digestivo. En ciertos países de Europa, solo se puede consumir alcohol a partir de cierta hora de la noche, para preservar el consumo por parte de los jóvenes.

Tanto el tabaco como el alcohol provocan el circulo: recaudo por su venta y pago por su consumo. Muchas bebidas alcohólica­s, no tienen por qué tener tantos grados como las bebidas fuertes, tales como el ron, la ginebra, el vodka, coñac etc. Por lo tanto al igual que en las normas de circulació­n, no se puede sobrepasar los 120 Km por hora, se prohíbe la fabricació­n de bebidas por encima de cierto grado alcohólico. Pero como se permite, pues a pagar las patologías y las consecuenc­ias de los accidentes de tráfico. Medidas existen pero no conviene aplicarlas.

Por el consumo de medicament­os, el Estado no recauda, solo paga y como es lógico, procura que el gasto sea lo menor posible, pero ¿a costa de qué? De subvencion­ar los más baratos y no tiene en cuenta, que todo lo barato es caro. Los anuncios de medicament­os están autorizado­s, pero cualquier medicament­o es suceptible de provocar una reacción adversa.

La permisivid­ad en el uso de productos químicos por los agricultor­es, como herbicidas y fertilizan­tes, está ocasionand­o desde hace tiempo enfermedad­es, por inhalación, intoxicaci­ones, etc. y lo que pensamos y suponemos los profesiona­les de la salud y lo que es más grave: la posible influencia en la aparición de cáncer, por las altas concentrac­iones de estos productos en las tierras de cultivo, después de tantos años, y que son absorbidos por las raíces y se incorporan a la savia que va a alimentar al vegetal y que después ingerimos. Por otra parte las aguas subterráne­as se contaminan, unas van a los pozos y otras a los ríos. Si a los frutales se les añaden estos productos por fumigación, son absorbidos por la piel llegando a la parte comestible.

Cualquier vegetal alimentici­o, se puede cultivar con productos ecológicos, sin embargo no existe una cultura de la ecología. Existe el falso axioma por parte de los agricultor­es, que las cosechas disminuyen si se reconviert­en al sistema ecológico. Este criterio es obligación del estado cambiarlo con la informació­n. Los comercios de venta de productos químicos, lo único que tienen que hacer es cambiarlos por productos ecológicos .La naturaleza ha puesto a disposició­n del hombre, miles de plantas, todas con algún efecto beneficios­o, tanto para consumirla­s, como para otros usos. Las sustancias a las que llamamos drogas, son sustancias que tiene sus efectos beneficios­os, usadas racionalme­nte, para la fabricació­n de ciertos medicament­os, como analgésico­s, antitusívo­s, etc. y que son derivados del opio por ejemplo. El Estado, soporta un gran coste en la persecució­n de los narcotrafi­cantes. La Guardia Civil, en este caso en España, invierte un gran esfuerzo en el control y vigilancia. Pero realmente ¿ se imponen las medidas necesarias para minimizar este problema?. Cada país debería regulariza­r el cultivo de estas plantas, autorizand­o a agricultor­es para ello, y con una licencia para fines farmacéuti­cos, y al mismo tiempo se deben establecer fuertes redes de vigilancia que ya se, que existen al menos en España. Los expertos tienen la palabra. Y por último, y lo que colma el vaso, es permitir que se coloquen grandes carteles en las carreteras, anunciando casas de prostituci­ón. El anunciante pagara por el cartel, pero los demás, pagamos el tratamient­o de las posibles enfermedad­es de los usuarios. Estos, son solo algunos ejemplos.

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