Mejor taparse un poco
«Las mascarillas dejan paso a las sonrisas», dijo con solemnidad sanchista y desenfado progresista la ministra de Sanidad el pasado 24 de junio. No hace tanto de aquel brindis al sol de la quinta ola. «Las mascarillas siguen siendo obligatorias», aseguró ayer –con menos risas, rozando la mueca autoritaria–
Carolina Darias, que coge con pinzas sus propios decretos para darles la vuelta a conveniencia de parte y sugerir que solo está permitido descubrirse la cara «en determinadas situaciones». La carta enviada por Iñigo Urkullu a La Moncloa, solicitando una modificación del decreto de la sonrisa para volver a imponer la mascarilla, puso ayer en alerta al Ejecutivo, que hoy tiene que convalidar en el Congreso aquella norma tan liberadora. Tampoco las tiene todas consigo el Gobierno con el decreto de los interinos, que también será debatido hoy en la Cámara Baja. De viaje, Sánchez se enterará del resultado de la votación, y de la solidez de sus alianzas parlamentarias, en tierras americanas. Allí le toca sonreír.