«Las mujeres estamos demostrando nuestra capacidad de sacrificio»
Será la tercera mujer que porte la bandera en los Juegos de verano tras la Infanta Cristina e Isabel Fernández
—David es una leyenda y poder estar a su altura sería increíble. Para ello tendremos que hacerlo muy bien, aunque es cierto que la única competición que hemos hecho antes de Tokio no se nos ha dado mal (ganaron el oro en la Copa del Mundo, por delante de Alemania, la gran favorita en Tokio). Hay que tener los pies en el suelo, porque está todo muy igualado y una mala salida o cualquier detalle te saca del podio. Seguro que los alemanes están entrenando como bestias, porque estarán dolidos después de la derrota y eso les hace más peligrosos. —Ustedes también tendrán ganas de demostrar que son los cuatro que se merecen estar ahí después de todo lo que ocurrió durante el selectivo.
—Si le digo la verdad, aquello es un episodio que hemos dejado definitivamente atrás y en el que no pensamos para nada. No forma parte de nuestra motivación ni tenemos ánimo de revancha de ningún tipo. Pensamos en los alemanes, en los demás rivales y en las ganas que tenemos de subir al podio para celebrar una medalla, pero no perdemos ni un minuto de nuestro tiempo en aquello.
Tocó la pared del Centro acuático de Río y se dio la vuelta. Le costó un segundo mirar al marcador y palmear el agua con la mano. En ese gesto, la alegría propia y la de todo un país que nadó con ella esas últimas brazadas para atrapar la medalla en los 200 mariposa. El culmen de todo deportista. Mireia Belmonte (Badalona, 1990) volvía a empujar los límites de lo posible, borrando el prefijo ‘im’ para inscribir su nombre en letras doradas en la historia del deporte español. La catalana había completado un póker que la convierte en la mejor nadadora española de todos los tiempos, con las dos platas en Londres 2012 (200 mariposa y 800 libres), además del bronce en 400 estilos en la cita carioca.
Cuatro medallas olímpicas.El gen competitivo, ese que solo unos elegidos tienen, la impulsó a buscar nuevos objetivos nada más despertarse con el oro colgado al cuello. Puso su meta en los Juegos de Tokio 2020 que se inauguran mañana. Unos muy especiales porque ese brillo de las medallas se queda corto al que tiene la nadadora desde que fue designada como abanderada de la delegación española, honor que compartirá con Saúl Craviotto y que se produce por primera vez para impulsar la igualdad y el reconocimiento de los éxitos femeninos que tanto han crecido en los últimos años.
—¿Qué significa llevar esta bandera?
—Significa portar el símbolo de pertenencia a un país, como es sostener la bandera de España dentro de un evento universal como son los Juegos.
—¿Imagina ya ese momento?
—Sí, con ilusión, responsabilidad y con honor.
—¿Cree que tendrá más nervios que cuando se enfrenta a una final?
—Son sentimientos diferentes, pero en todos ellos subyace el hecho de representar a España en una cita tan trascendental como unos Juegos.
—¿Cree que ha contribuido, con sus éxitos, para que haya una mujer también al frente de la delegación después de tantos años?
—Somos muchas las mujeres que en los diferentes eventos deportivos estamos demostrando nuestra capacidad de sacrificio, y de competitividad, y esto prueba que estamos aquí y que debemos visibilizarlo.
—¿Qué papel pronostica que hará la delegación española?
—España es un país con grandes deportistas y a pesar de que el presupuesto no es de los más importantes, siempre supera las expectativas en un evento deportivo global como son los Juegos.
En los Juegos Olímpicos de Invierno aparecen hasta cuatro mujeres portando la bandera de España en la ceremonia de inauguración: Blanca Fernández Ochoa (Sarajevo 84 y Albertville 92), Ainhoa Ibarra (Calgary 88 y Lillehamer 94), María José Rienda (Turín 2006) y Queralt Castellet (Vancouver 2010). Sin embargo, Belmonte será la tercera que lidere a la delegación española en unos Juegos de verano. Inauguró tal honor la Infanta Cristina en Seúl 88 y la sucedió la judoca Isabel Fernández en Atenas 2004.
Lesiones
En el plano deportivo, Belmonte rebaja la euforia que se desata siempre con ella para esta cita japonesa. Pues ha acostumbrado al personal a celebrar cada brazada hasta tocar la pared. Ha pasado un ciclo olímpico muy complicado con lesiones que le han impedido desarrollar sus siempre draconianos entrenamientos: una lesión de tobillo en 2017, unas hernias inguinales en 2020, mareos y vértigos, y, sobre todo, esa tendinitis crónica que ha desarrollado en los hombros de tanto pelear contra el agua. De ahí que la badalonesa exponga que quiera centrarse en el día a día. Levantarse al día siguiente de haber desfilado la primera y encontrar las mejores sensaciones para lanzarse al agua esa misma mañana del 24 en la prueba de 400 estilos, una de las tres en las que compite, con la de 800 y 1.500 libres. Su meta principal es meterse en las finales, a pesar de que sus registros no han sido tan brillantes como en otros eventos del ciclo olímpico anterior. Pero Belmonte, a sus 30 años, y en sus cuartos Juegos, siempre saca ese plus de agresividad en los momentos clave.
—¿Hay más incertidumbre con este año añadido tras la cancelación de cómo llegarán sus rivales?
—Lo importante es luchar, y no dejar de competir por ti, y que esas ganas de competir sirvan para hacer buenas marcas.
—¿Le afectará que en la piscina no pueda haber espectadores o, al tener que estar tan concentrada siempre, lo notará menos?
—Sentiré la ausencia del público, sin duda, pero buscaré recuerdos pasados y me imaginaré que están presentes a través de las retransmisiones de los medios de comunicación.
—¿Cree que serán unos Juegos todavía más especiales en lo personal por todo lo que se ha sufrido este año pasado?
—Son los Juegos en los que me toca competir en este momento. Serán especiales por todo lo que significa en este tiempo Covid, y de ahí que puedan servir de homenaje y recuerdo a todos nuestros compatriotas que están sufriendo, y también para los que desgraciadamente han fallecido en este tiempo de pandemia.