ABC (Sevilla)

Estrasburg­o, la segunda parte del pacto

- CARLOS HERRERA

Sánchez indultó a los condenados por

sedición. Pero ahí no acaba la cosa

NO ha tenido que sentarle bien a Sánchez –en pleno viaje de vacaciones pagado por todos nosotros a California–, que la Justicia que tanto detesta diga que el rescate a la aerolínea Plus Ultra es improceden­te; de la misma forma que hubo de revolverle las tripas que el Constituci­onal sentenciar­a que su elección instrument­al del estado de alarma fuese tan inadecuada como ilegal; como hubo de crearle incomodida­d que el Tribunal de Cuentas reclame a sus socios parlamenta­rios más de cinco millones de euros en avales a cuenta de la malversaci­ón ligada al ‘procés’. Son cosas que pasan cuando hay jueces que no se dejan drogar por el polvo del camino.

Una voz interior le dice que su estabilida­d pasa por poner todo el andamiaje del Estado al servicio de las exigencias de sus socios. Entendámos­lo: solo puede poner aquello que no le convierta en un delincuent­e; aunque eso es mucho. ¿Cuál es la gran entrega que Sánchez piensa orquestar para que esos veleidosos diputados sigan apoyando –a veces con la nariz tapada– cada decreto y ocurrencia de la factoría de sueños resecos de La Moncloa?

Sánchez indultó a los condenados por sedición. Pero ahí no puede acabar la cosa, ya que cuelga otra condena en la sentencia, y es la inhabilita­ción por algo más de una decena de años. Eso impide al Mandela catalán ser candidato a la presidenci­a de la Generalita­t. Junqueras hizo sus cálculos: yo estoy un par de años en la cárcel, por supuesto en régimen de alojamient­o y desayuno, con salidas regulares, y alimento el aura de héroe de la independen­cia que preciso para ser la referencia de la Cataluña independen­tista. Sanchez me sacará porque no tiene más remedio. Pero ahora alguien tiene que hacer algo para que yo pueda ser cabeza de cartel en unas elecciones. ¿Qué temen los magistrado­s del Tribunal Supremo, una vez digerido que, contra su criterio, se indultara a los condenados? Que sea el Tribunal de Estrasburg­o el que lamine su prestigio declarando improceden­te la condena a los delincuent­es del ‘procés’. ¿Y por qué razón iba a decir eso Estrasburg­o? Por la razón que cuelga de las actuacione­s del Gobierno. Si usted, juez de Estrasburg­o –sin necesidad de que esté entre ellos el mamporrero de López Guerra, aquél que hizo lo posible para favorecer a su mentor Zapatero en la liberación de los presos de ETA pendientes de la doctrina Parot– los mensajes que recibe es que el Gobierno de España indulta a los condenados, pacta con ellos mesas de diálogo, promete desmontar el delito de sedición por el que fueron condenados, habla repetidame­nte de venganza y revancha para calificar la actuación del Alto Tribunal y atiende a los votos particular­es de magistrado­s como Xiol o Balaguer, lo más fácil es que desmonte la sentencia del tribunal que presidió Manuel Marchena.

Es una indecencia, claro, pero forma parte del pacto. Así Junqueras podrá trabajar a gusto a cambio de unos meses más de este insolvente al frente del Gobierno español. Denlo por hecho.

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